Cristóbal Fones, el Jesuita que Canta

Cristóbal Fones SJ estará visitando las ciudades de Córdoba y Buenos Aires. Allí realizará distintas actividades que tendrán a la música como protagonista. Compartimos aquí una entrevista que le hicieron en ocasión de la presentación de su último disco “Küme Mongen”, de raíces mapuches.

Por Mauricio Bascuñán A.

“Küme Mongen, mi primer disco instrumental, inspirado en la encíclica Laudato si’, se conecta con el recorrido que tuve por comunidades mapuches en los años 2000 y 2001.  Allí compartí profundamente con la cultura de los pueblos originarios, incluso la producción contiene un tema en quechua. Este disco es también una herramienta que busca bajar el ritmo de las personas, que nos ayude a detenernos”, dice el jesuita. El disco, de canciones inéditas y antiguas, lo hizo junto a músicos de excelencia y aprendió muchísimo.

¿Cómo genera el dinero un cura para grabar un disco?

-Antes yo pedía un préstamo y, con la venta de los discos, recuperaba la plata. Ahora como no se venden discos, la recaudación es más lenta y el dinero debe generarse en presentaciones. Yo no hago esto último, entonces debo conseguir donaciones, vía crowdfunding o entre los cercanos.

¿Tienes mecenas musicales?

El financiamiento cambia en cada caso, cada producción tiene una historia distinta. La gente quiere colaborar. En los últimos 5 años no he tenido tiempo de componer cosas nuevas, ya que la labor de la misión itinerante me lleva a viajar por muchas ciudades del país, con una agenda apretadísima. Debido a ello, el financiamiento de mis últimos discos ha sido desafiante, pero el tema de los recursos es hoy una realidad de todos los músicos. Hay que trabajar con esfuerzo y dedicación.

Tu desventaja es que los otros músicos pueden cortar entradas y hacer giras, y tú no, entonces.

Claro, se dificulta más por el modo en que estoy viviendo la música. Para mí resultaría impresentable que para asistir a una oración cantada en una iglesia hubiera que pagar una entrada. Y, en consecuencia, ocurren situaciones muy simpáticas: la gente me invita a cantar para juntar fondos para otras cosas, sin pagarme a mí o a mis músicos. Lo que hago al final de los encuentros es pedir que se colabore por la causa de tal o cual parroquia, así la plata no es un impedimento para participar. Por lo mismo, queda pendiente el financiamiento de lo que yo hago; esa plata es más difícil de conseguir. Hasta ahora vivo muy ministerialmente mi música. Soy un sacerdote que, entre otras cosas, canta como parte de la misión. Es cierto que los chilenos y en particular los católicos debemos saber que las cosas que uno quiere para su vida espiritual tienen un costo. Estamos acostumbrados a que alguien, en abstracto, lo financie. El sistema del crowdfunding es interesante porque supone que la gente que quiera que exista esto, pone el dinero para que continúe. Y funciona además cuando hay alguien que está posteando todo el tiempo; ahí hay una estrategia comunicacional que yo no tengo ni es a lo que me dedico. Pero como Iglesia vamos para allá: a que los recursos los pone cada uno, no “alguien” desde la estratósfera ni un empresario ricachón. Si muchos ponen dos lucas es mucho más valioso a que uno ponga un millón. Ojalá se tome conciencia.

“Jesuitas acústicos” y “Tú, mi hermano” han sido financiados vía crowdfunding exitosamente. “En  Youtube subimos también videoclips que hicimos de muy buena calidad”.

El Papa Francisco en Chile

Durante la fallida visita de Francisco a Chile en febrero pasado, Cristóbal Fones participó en varios actos “diversos y significativos”. Detalla: “Por ejemplo, me pidieron ayudar en varios coros y celebraciones, como las del Templo Votivo de Maipú y del Santuario del Padre Hurtado. Animé en “Magis”, que es una propuesta de vida cristiana ignaciana para jóvenes menores de 30 años. Allí vi que los chicos quieren cosas más profundas, no sólo de entretención sino de concientización. También estuve en la Catedral de Santiago animando a quienes esperaban la llegada del Papa Francisco. Allí fue un poco tenso, animé como durante dos horas, la mayoría de pie. Me costó un poco. Al final vimos lo que sucedía con la hermana Nelly en la cárcel. Y cuando terminó ese día llegué al Santuario del Padre Hurtado y salí llegando tarde en la tele.

¿Qué concluyes de la visita del Papa Francisco?

Mi impresión es que el Pueblo de Dios que peregrina en Chile está más adulto y quiere cosas más verdaderas. Sentí que el espectáculo de la visita del Papa les importaba menos que el contenido y eso hizo que fuera menos masiva. Los organizadores no lo tenían pensado así. Tenían en mente la visita de Juan Pablo II y las grandes peregrinaciones. Chile ha cambiado para bien. La Iglesia, pese a que esté desprestigiada, es una mejor Iglesia que la de hace 20 años, está con los ojos más abiertos. Es doloroso pero ciertamente mejor.

¿Qué valor tiene la música como herramienta evangelizadora?

La música y la evangelización tienen que ver con la predicación. Algunos sacerdotes tienen el talento de hablar en cuñas; yo, cultivo el de la música. Estos dos son espacios importantes para la Iglesia. Yo distingo música de la oración. Cuando le canto a Dios no debo usarlo como plataforma para dar mi mensaje, debo más bien tratar de desaparecer y ser una mediación en el encuentro con el Creador. No hemos de robarle a Dios su protagonismo. Mi gran deseo es permitir que cada corazón logre hablar como un amigo habla con otro, y así encontrar la Verdad. Somos colaboradores de una misión que no nos pertenece.

En las últimas décadas han proliferado bandas y cantantes de música católica, ¿son más profesionales que los de antes?

El fenómeno parte hace unos 20 años, cuando jóvenes y adultos católicos empiezan a explorar la música con contenidos de fe fuera del templo y la liturgia. Por muchos siglos la música litúrgica fue “la” música religiosa. Y esa música tiene un fin que es la celebración comunitaria. Han ido surgiendo canciones celebrativas, de anuncio, salmos con otros ritmos. Mientras no abandonemos lo otro, creo que esto  enriquece. Aplaudo el camino que han hecho iglesias hermanas, con distintas tradiciones eclesiales. Han arriesgado mucho en ese sentido. Como su liturgia es menos normativa y más espontánea, el camino que te indiqué anteriormente, los evangélicos lo vienen haciendo desde hace rato. Y ese camino ha inspirado a los católicos a crear nuevas entradas musicales para vivir la fe.

No quiere ser “criticón”, dice. Pero afirma: “Hay algunas cosas bien hechas, con una intensión recta, y otras como selfies, que son para mostrarse uno. Antes era muy caro acceder a grabar. Hoy cualquiera puede hacer una grabación, lo que estimula a muchos grupos. Si tu objetivo es grabar un disco de música católica, creo que estamos mal, si en cambio es comunicar la música en que Dios está inspirado, hazlo. La producción musical es el medio no el fin. La música exige mucho discernimiento y compromiso con la comunidad”.

¿No está mal que un católico vaya a un recital de música evangélica?

Un buen católico, consciente de su identidad y tradición, no debe tener miedo de dialogar con otras tradiciones, no sólo cristianas. Lo que pasa es que muchas veces no sabemos en lo que creemos. A veces quedamos deslumbrados por una frase que dijo no sé quién y tiramos todo por la borda porque no sabemos de nuestra fe. Este año di un concierto con un pastor evangélico, que titulamos “Cura y Pastor” y, sin deslavar lo particular de cada una de nuestras tradiciones, cantamos a dúo un tema que habla del celibato, Paz armada-, y el pastor lo introdujo. En lo fundamental, nos encontramos en todo. Me pasa lo mismo con el mundo mapuche, yo no tengo que tratar de ser mapuche para sentirme hermano de ellos, ni viceversa. Siempre está la tentación de querer colonizar, de homologar. Cuando uno supera la dinámica de la sospecha, es posible dialogar con todas las culturas, religiones y tradiciones.

EL MACHI CELESTINO

“Viví 2 años en una comunidad mapuche, donde aprendí mucho. El llamado conflicto mapuche no tiene 500 años; el problema actual no es el encuentro entre culturas, sino la invisibilización del encuentro entre culturas. Esto comienza hace 200 años, cuando se constituye Chile. El mayor apogeo de la cultura mapuche fue en el período colonial, allí se encontraron los dos mundos. Los mapuches adquirieron destrezas con el caballo, desarrollaron la platería, organizaron a las comunidades. El problema más grave fue cuando alguien por decreto, en Santiago, dictaminó que un mapuche es un chileno, y ellos dicen “¿y aquí qué pasó?”. Hoy el pueblo mapuche nos está ayudando a darnos cuenta que ellos nunca han dejado de ser una nación. Son un pueblo que hoy pertenece al Estado de Chile, y es un tremendo desafío aceptar que hay varias naciones dentro del Estado de Chile. Eso supone repensar y organizarnos. Es un desafío gigante y apasionante”.

Así resume el jesuita un tema que conoce in situ, en terreno. Y las canta claras: “Los que se sienten amenazados de la diversidad en la unidad son los que tienen patrimonio en territorio mapuche. Intereses personales que van en otra línea por la que debemos caminar. Lo que estamos viendo con el machi Celestino, por ejemplo, para la gran mayoría es incomprensible. El gasto que debe hacer el Estado de Chile para que él deba ir a renovarse espiritualmente a su rehue, es incomprensible para muchos. No todos deberían estar de acuerdo, pero las cosmovisiones diversas que coexisten aquí siempre han existido. El conflicto mapuche es un aguijón para que, como Estado de Chile, podamos dar un salto cualitativo de maduración y comprendernos más. La aproximación es demasiado judicial y con muy poca altura intelectual”.

¿Cuál es la raíz del problema?

Si los mapuches fueran los más ricos de Chile, no tendríamos este problema. El clasismo chileno ha marginalizado a nuestros pueblos originarios porque son pobres. Es por nuestro prejuicio europeizante y ahora estadounidense de creer que tener plata es el modelo de felicidad, éxito, estética. Este modelo nos tiene agotados e infelices, con altas tasas de suicidios. No es normal que el chileno no pueda resolver sus dramas afectivos, familiares y laborales. ¡No me digan que este modelo de felicidad es mejor que el mapuche! Hay un prejuicio porque son un pueblo pobre y el chileno medio le tiene miedo a la pobreza. Lo dice la hermana Nelly León: “En Chile se encarcela la pobreza”, se invisibiliza porque nos da miedo. Hacerla explícita significa hacerse cargo, y eso nos cuesta.

¿La música puede aportar de alguna manera en estas crisis, incluyendo la de la Iglesia?

Totalmente, desde todos los ángulos. Lo que está en crisis es un modelo de Iglesia y no la Iglesia de Jesucristo, la gran mayoría sintoniza con lo que Él nos propone en el evangelio. La Iglesia no está en crisis, sino la jerarquía de la Iglesia; además nuestra participación es muy clericalista, con un endiosamiento de los ministros, y muy infantil. Muy poca gente sabe de verdad quién es Jesús, de qué hablaba, qué hacía. Más fácil es decir “padre, ¿es pecado o no es pecado?”. Esta última es la Iglesia que se debe caer a pedazos, y me parece muy bien. Tiene que surgir, una que siempre ha estado: la Iglesia comunitaria. No creo, que valga decir, que antes era el tiempo de los curas y ahora el de los laicos. Ahora es el tiempo de los bautizados.  El Papa le dijo a los obispos de la Iglesia de Chile que “se ha olvidado de Jesucristo”, cuando esa es la única misión que tienen. Si me preguntas, esto es muy doloroso, pero menos mal que lo estamos viviendo. El Espíritu Santo está más que soplando, está tirando un huracán para bien. No sólo para el bien de las víctimas de abusos, sino para todos.

¿Hay críticas de los jóvenes más activos que participan en la Iglesia Católica?

Sí, y me debo dejar interpelar. Trabajo con los jóvenes y ellos no tienen pelos en la lengua, te dicen las cosas en la cara y es súper doloroso escucharlas, pero hace bien. Y no siempre tienen la razón. A veces creen que saben las respuestas, pero muchas veces no las tienen, necesitamos encontrarlas juntos. Una de las cosas atroces de la cultura actual es que endiosa a la juventud, y tenemos abandonados a todos nuestros abuelos, porque no producen y porque no saben usar el celular los miramos en menos. Eso es de una soberbia absoluta. El Chile del mañana no es el Chile de los jóvenes de hoy, es el Chile de los niños, los jóvenes, de los adultos y los mayores. Si no cachamos eso, vamos a tropezar siempre con la misma piedra.

Foto portada: Arzobispado de Santiago.

¿Por qué el Padre Hurtado es un modelo de santidad en la Iglesia?

«El enfrentamiento que sostuvo el Padre Hurtado con distintos grupos del catolicismo chileno, con algunas autoridades políticas y eclesiásticas, fue la consecuencia de su seguimiento arduo y fiel de Jesús. «

Por Andrés Soto Alvarez SJ

¿Por qué el Padre Hurtado es un modelo de santidad en la Iglesia? Desde mi punto de vista, esta pregunta tiene una sola respuesta, que se ve manifestada en las distintas dimensiones de su vida. Es la desmesura en el seguimiento de Cristo. La palabra desmesura identifica bien las tensiones que aparecen en su biografía, este exceso de vitalidad en su mundo interior es la llama inextinguible que encendió Jesús cuando lo hizo consciente del crudo dolor de los más pobres, cuando le mostró que Dios mismo estaba con autenticidad radical en el rostro de los marginados.

Más aún, una consecuencia de este fuego sin medida que le había regalado Jesús, es quizá un aspecto poco conocido de Hurtado; con gran probabilidad el aspecto incómodo, ese que preferimos dejar de lado. Me refiero a su audacia para hacer frente al catolicismo vivido desde convencionalismos. No podemos olvidar que Alberto vivió en un contexto eclesial anterior al Concilio Vaticano II, en donde algunas fórmulas eclesiales no se ajustaban a los signos de los tiempos ni tampoco al enfoque dedicado por nuestros hermanos más pobres que veía tan presente en el Evangelio. El enfrentamiento que sostuvo el Padre Hurtado con distintos grupos del catolicismo chileno, con algunas autoridades políticas y eclesiásticas, fue la consecuencia de su seguimiento arduo y fiel de Jesús. Cuando escribió el polémico libro “¿Es Chile un país católico?” remeció la conciencia de muchos que pensaban en la religión como una suma de prácticas piadosas. Tuvo una sensibilidad única que le permitió estar cerca de la miseria, de toda clase de injusticias sociales, de la mala educación de jóvenes vulnerables, de las condiciones indignas de viviendas y de las pésimas condiciones laborales del pueblo.

Todo esto me dice que la valentía de cuestionar el modo clásico en cómo vivimos la religión y si este modo es realmente cercano al Evangelio es la dimensión de su vida que me parece más atractiva y ejemplar para el tiempo en que vivimos hoy. ¡Vivamos la desmesura del Evangelio!

¿Dónde están los curas?

Hoy, quien quiera conocer la verdad, tiene que moverse y buscar testigos, no altavoces cargados de ideologías.

Por Dani Villanueva, SJ

No me extraña que tanto jaleo mediático acabe confundiendo a muchos. Supongo que es comprensible que con tanta noticia y confusión haya quien se pregunte por los curas, y supongo que también por las monjas, los laicos y laicas… si es que va a ser verdad eso de que los medios hacen realidad y habrá quien esté perdiendo perspectiva. Que no, que no, no nos liemos, que hay mucha más Iglesia, y mucho más radical y auténtica de lo que se pinta ahí fuera. Hoy, quien quiera conocer la verdad, tiene que moverse y buscar testigos, no altavoces cargados de ideologías.

Me hubiera encantado que esa pregunta se la hagan a los niños que cargan cajas en el mercado de Mfoundi, en Yaoundé –Camerún–, pues seguro que hablan del Padre Alfonso, de Zamora, que lleva trabajando más de 40 años en un Hogar de la Esperanza para estos invisibles niños de la calle. O que pregunten a los refugiados en el campo de Kakuma, noroeste de Kenia, que seguro señalarán a Pau, catalán que con sus poco más de 35 años, estrena su sacerdocio en pleno desierto con estas poblaciones olvidadas. O que les pregunten a los campesinos en Massisi, en el Kibu Norte –Congo– que seguro que reconocen a la hermana Inés, una vasca decidida que acompaña con todo su equipo a quienes la guerra desplaza dentro de su mismo país. O que le griten estas consignas a los pastores de Mongo, en la zona de Guera –Tchad– y obtendrán sonrisas al hablar de Nicolás, por ejemplo, laico de Pamplona con casi 50 años que invierte sus años más productivos en coordinar redes de escuelas comunitarias para los más pequeños, curiosamente para una mayoría musulmana…

Y no haría falta irse tan lejos, pues ejemplos de Iglesia entregada y volcada en acompañar lo ordinario no nos faltan ni en nuestros mismos barrios. Pero es que he trabajado durante años con instituciones de Iglesia en más de 20 países africanos, he podido visitar sus trabajos y equipos de forma constante, y a veces me ofenden algunas generalizaciones. Lo digo porque lo he visto: en los lugares más remotos del continente africano, en los contextos más complejos y abandonados, uno se encuentra a multitud de misioneros y misioneras de Iglesia que están dando su vida junto a los olvidados, invisibles, desplazados y pequeños del mundo. Y ojo, ellos no nos piden nada, soy yo el que hoy clama su ejemplo, porque ayer fue el domingo mundial de las misiones, y porque estos cuatro casos son tan Iglesia española como cualquiera. Eso sí, quizá menos sonados, pero seguro más ejemplares, radicales y evangélicos… porque no todo es lo mismo, por mucho que algunos lo quieran poner así.

Creo que hace días alguien se preguntaba dónde están los curas. Una pena no estar en Mérida para responder. Porque tiene que decirse, que hay mucha Iglesia que aún está muy en forma, muy entregada, muy evangélica… sólo hay que saber a quién preguntar.

Fuente: Pastoral SJ

 

Curas Villeros sobre la Violencia Institucional

El Grupo de Sacerdotes conocidos como ‘Curas Villeros’ se ha pronunciado sobre la violencia institucional que se vive en los barrios periféricos, debido a un accionar de las fuerzas del estado insuficiente muchas veces, pero también desordenado e ineficaz.

Carta del Equipo de Sacerdotes de Villas de Capital y Provincia (1 de junio de 2018)

Compartiendo la vida de nuestros vecinos, durante años hemos experimentado y denunciado la ausencia del Estado en muchas villas y barrios carenciados. Son muchas las barriadas del conurbano en las que sumamos nuestra voz a la de los vecinos para reclamar el mismo nivel de seguridad que tienen los otros barrios más acomodados. Sin embargo, aunque en algunas villas hemos celebrado la presencia, hoy vemos que en muchos casos es insuficiente y en otros ineficaz y desordenada.

Nos referimos a la presencia de las fuerzas de seguridad.

En primer lugar, recordamos que el concepto amplio de seguridad no sólo tiene que ver con los daños físicos o el atentado contra las pertenencias propias y la propiedad privada. Es inseguridad no tener vacante en las escuelas, no poder acceder a una atención de salud adecuada, no tener oportunidades laborales, etc. Recordemos que detrás de cada chico o joven en la calle suele haber una madre o un padre desocupado. Corresponde al Estado garantizar la seguridad en todos los aspectos. También sabemos lo que le toca a la sociedad civil en general.

En estos tiempos, en nuestros barrios vemos casos concretos de violencia institucional, algunos debidamente denunciados, y otros que tristemente no trascienden. No ayuda cierta opinión pública que mide con la misma vara lo que hace un chico o joven castigado por la exclusión y el procedimiento de un trabajador de las fuerzas de seguridad, que representa al Estado. Hay casos de mucha violencia y represión en nuestros barrios.

Como en otros ámbitos, debe mejorar considerablemente esta presencia del Estado. Vemos bueno que las fuerzas de seguridad estén en nuestros barrios. Pero creemos que se deben corregir los errores, no con parches pasajeros sino con profundidad. Debe haber un cambio en las actitudes y acciones agresivas, sean físicas o verbales.

Pensamos que estos excesos responden a fallas en su formación pero también a cierto aire de “habilitación e impunidad” que los lleva a obrar de esa manera.

En muchos casos se criminaliza a los jóvenes y más cuando son pobres.

En el supuesto caso de que algún joven tenga conductas atrevidas, el Estado no puede ponerse al mismo nivel. Debe actuar respetando siempre la sagrada dignidad de toda persona.

No puede ser que los que deben cuidar a nuestra gente sean los mismos que los agreden, a veces con mucha violencia y llegando incluso al gatillo fácil.

Apelamos a las autoridades correspondientes y a la comunidad en general -de la que formamos parte- para que cada uno ponga lo mejor de sí mismo para que se respete la dignidad de todos nuestros vecinos y para que se enmienden profundamente las deficiencias de la presencia del Estado y de la mirada de la sociedad con respecto a los barrios carenciados.

Por último, intentando ampliar la mirada, afirmamos que la inequidad genera una violencia en la que no habría recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener. El camino de salida es el amor fraterno que se rebela frente a la injusticia social y nos invita a todos –especialmente a los que más oportunidades hemos tenido en la vida- a trabajar para que los más pobres, especialmente tantos niños y adolescentes, vivan con dignidad.

Que la Virgen de Luján nos inspire los caminos para cuidar a nuestra Patria empezando por los más pobres.

Equipo de Sacerdotes de Villas de Capital y Provincia

  • P. José María Di Paola: villa La Carcova, 13 de Julio y Villa Curita. Diócesis de San Martín.
  • Mons. Gustavo Carrara. Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Vicario para la pastoral en Villas de CABA
  • P. Lorenzo de Vedia, P. Carlos Olivero, P. Gastón Colombres, Villa 21-24 y Zavaleta. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Juan Isasmendi, P. Eduardo Casabal, P. Ignacio Bagattini: Villa 1-11-14. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Guillermo Torre, P. José Luis Lozzia, P. Marco Espínola: Villa 31. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Domingo Rehin: Villa Lanzone, Villa Costa Esperanza. Diócesis de San Martín.
  • Mons. Jorge García Cuerva, Obispo auxiliar de la Diócesis Lomas de Zamora.
  • P. Basilicio Britez: Villa Palito. Diócesis de San Justo.
  • P. Nicolás Angellotti: Puerta de Hierro, San Petesburgo y 17 de Marzo. Diócesis de San Justo.
  • P. Sebastián Sury, P. Damián Reynoso: Villa 15. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Rodrigo Valdez: Villa Playon de Chacarita. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Martín Carroza y P. Sebastián Risso. Villa Cildañez. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Pedro Baya Casal, P. Adrián Bennardis: Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Joaquín Giangreco: Villa Trujuy. Diócesis Merlo-Moreno.
  • P. Nibaldo Leal: Villa Hidalgo. Diócesis de San Martín.
  • P. Antonio Mario Ghisaura: Villa Tranquila. Diócesis Avellaneda-Lanús.
  • P. Alejandro Seijo: Villa Rodrigo Bueno. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Andrés Tocalini: Villa los Piletones. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Dante Delia: Barrio la Loma de Roca. Diócesis de San Isidro.
  • P. Franco Punturo: Villa 20. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Omar Mazza: Villa Inta. Arquidiócesis de Buenos Aires.
  • P. Raul Gabrielli: Cura Villero. Peregrino Itinerante de la Virgen de Luján.
  • P. Miguel Dedyn: Vicario Parroquia Nuestra Señora del Carmen – Benavidez
  • P. Juan Manuel Ortiz: Barrio San Fernando, Barrio 25 de Mayo – San Fernando
  • Carlos Morena, Mario Romanín, Alejandro León, Juan Carlos Romanín: Salesianos. Don Bosco. Cecilia Lee, misionera franciscana, Bea Gmiltrowicz, Misionera Franciscana. Villa Itatí.

Fuente: AICA

Eucaristía y Ecología

Mons. Pedro Barreto SJ fue creado cardenal por el Papa Francisco. Para dar a conocer su posicionamiento y modo de ser, presentamos aquí un extracto de su intervención en la XI Asamblea del Sínodo de Obispos, en 2005:

En el mundo actual hay angustia y decepción ante el fracaso de las esperanzas humanas, ligadas al medio ambiente y a la pobreza extrema porque “Dios ha sido desterrado de la vida pública”, por eso “la crisis ecológica, no solo es un problema científico y técnico es también y principalmente ético y moral”. La convicción de la Iglesia es que “la tecnología que contamina, también puede descontaminar; la producción que acumula, también puede distribuir equitativamente, a condición de que prevalezca la ética del respeto a la vida, a la dignidad del hombre y a los derechos de las generaciones humanas presentes y futuras”.

El cambio climático presenta una amenaza seria para la paz mundial. Es un auténtico “signo de los tiempos” que nos exige una conversión ecológica. Y la Iglesia tiene una gran responsabilidad en este campo espiritual. En este contexto, “la Eucaristía, siendo la cumbre a la cual tiende toda la creación, es también la respuesta a la preocupación del mundo contemporáneo por el equilibrio ecológico”.

Como “fruto de la tierra”, el pan y el vino representan la creación que nos es confiada por nuestro Creador. Por ello, la Eucaristía tiene una relación directa con la vida y la esperanza de la humanidad y debe ser una preocupación constante de la Iglesia y señal de autenticidad eucarística. “No sólo las personas humanas, sino la creación entera… espera la recapitulación de todas las cosas, también las de la tierra, en Cristo”.

Como “fruto del trabajo” de la persona humana, en muchas partes del mundo, como es el caso del territorio de la Arquidiócesis de Huancayo (Perú), el aire, la tierra y la Cuenca del río Mantaro están seriamente afectados por la contaminación. La Eucaristía nos compromete a trabajar para que el pan y el vino sean fruto “de la tierra fértil, pura e incontaminada”. Para ello es necesario hacer cada vez más visible la “comunión” en el Colegio Episcopal, reunido bajo el Vicario de Cristo y la “colegialidad afectiva y efectiva”, de la cual se deriva la solicitud de nosotros los Obispos por las otras Iglesias particulares y por la Iglesia universal…”, incentivando la participación de los laicos.

En la Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis, el Papa Benedicto escribe: “Para desarrollar una profunda espiritualidad eucarística que pueda influir también de manera significativa en el campo social, se requiere que el pueblo cristiano tenga conciencia de que, al dar gracias por medio de la Eucaristía, lo hace en nombre de toda la creación, aspirando así a la santificación del mundo y trabajando intensamente para tal fin… La Eucaristía misma proyecta una luz intensa sobre la historia humana y sobre todo el cosmos. En esta perspectiva sacramental aprendemos, día a día, que todo acontecimiento eclesial tiene carácter de signo, mediante el cual Dios se comunica a sí mismo y nos interpela.

De esta manera, la forma eucarística de la vida puede favorecer verdaderamente un auténtico cambio de mentalidad en el modo de ver la historia y el mundo. La liturgia misma nos educa para todo esto cuando, durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote dirige a Dios una oración de bendición y de petición sobre el pan y el vino, «fruto de la tierra», «de la vid» y del «trabajo del hombre». Con estas palabras, además de incluir en la ofrenda a Dios toda la actividad y el esfuerzo humano, el rito nos lleva a considerar la tierra como creación de Dios, que produce todo lo necesario para nuestro sustento.

La creación no es una realidad neutral, mera materia que se puede utilizar indiferentemente siguiendo el instinto humano. Más bien forma parte del plan bondadoso de Dios, por el que todos nosotros estamos llamados a ser hijos e hijas en el Hijo unigénito de Dios, Jesucristo (cf. Ef 1,4‐12). La fundada preocupación por las condiciones ecológicas en que se halla la creación en muchas partes del mundo encuentra motivos de consuelo en la perspectiva de la esperanza cristiana, que nos compromete a actuar responsablemente en defensa de la creación.

En efecto, en la relación entre la Eucaristía y el universo descubrimos la unidad del plan de Dios y se nos invita a descubrir la relación profunda entre la creación y la «nueva creación», inaugurada con la resurrección de Cristo, nuevo Adán. En ella participamos ya desde ahora en virtud del Bautismo (cf. Col 2,12 s.), y así se le abre a nuestra vida cristiana, alimentada por la Eucaristía, la perspectiva del mundo nuevo, del nuevo cielo y de la nueva tierra, donde la nueva Jerusalén baja del cielo, desde Dios, «ataviada como una novia que se adorna para su esposo» (Ap 21,2).

La fe en Cristo resucitado hace que la Eucaristía sea “un proyecto de solidaridad” para compartir los bienes con los más pobres” y vivir la espiritualidad eucarística en la Iglesia.

Fuente: Entre Paréntesis

 

Entre los nuevos Cardenales, dos Jesuitas de Habla Hispana

Se trata de Luis Ladaria, prefecto para la Doctrina de la fe, y Pedro Barreto, peruano, titular de la Red Pan-amazónica.

Este 28 de junio, el Papa Francisco ha creado 14 nuevos cardenales de la Iglesia, procedentes de 11 países, que expresan la universalidad de la Iglesia. El Santo Padre les recordó que la máxima grandeza de un cristiano es el servicio y la entrega de la vida por los demás, siguiendo el modelo de Jesús.

«La única autoridad creíble es la que nace de ponerse a los pies de los otros para servir a Cristo”, dijo Francisco, destacando que este servicio cobra vida “en personas concretas con sus historias y esperanzas, con sus ilusiones y desilusiones, sus dolores y heridas”.

Entre los nuevos “pastores que han sido llamados a servir a la Iglesia”, como los llamó el Papa, se encuentran dos jesuitas. Se trata de Luis Ladaria, Prefecto de la Doctrina de la fe y el peruano Pedro Barreto, responsable de la Red Pan-amazónica, que prepara un Sínodo particular para la pastoral de esta región.

Ellos también recibieron la advertencia del Papa sobre las ambiciones y «las encrucijadas de la existencia que nos interpelan» a lo largo de la vida y «logran sacar a la luz búsquedas y deseos no siempre transparentes del corazón humano».

Por último, tomando palabras de Juan XIII, el Papa resaltó la pobreza como una gracia a la que agradeció por haberle evitado “pedir nunca nada, ni puestos, ni dinero, ni favores, nunca”, para sí o para parientes y amigos.

 

P. Adolfo Nicolás SJ, el Santo de la Puerta del Lado

El estudiante jesuita Robbie Paraan SJ habla del ex Superior General de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás SJ, con quien ha convivido en la casa de formación.

«Tú decides, obedezco». Esta fue la respuesta del padre Nicolás al padre Tex Paurom, su médico de cabecera en el “Centro Jesuita de Salud y Bienestar” en Manila, donde se hospedaba temporalmente para atender un dolor en la espalda. El P. Tex daba instrucciones para su corta estadía en el centro.

«Tú decides, obedezco». Parecía que el padre Tex no sabía qué hacer con lo que dijo el ex superior general jesuita. Pero mi compañero y yo sabíamos lo que vendría después. En la cara del padre Nico una sonrisa astuta había empezado a formarse. Se convirtió en una sonrisa traviesa mientras continuaba diciendo: «Es más fácil obedecer a un hombre que a 16,000 jesuitas». Todos nos reímos mucho.

Junto con 50 o más jesuitas que están en su mayoría en formación, he estado viviendo con el padre Nicolás durante más de un año. Cuando me pidieron que escribiera esta pieza sobre él, estaba secretamente aterrorizado. He escrito sobre otras personas antes, incluso jesuitas. Cada uno tomaría tanto tiempo, esfuerzo y energía porque siempre dudaría en la idea de encapsular la historia de una persona en mil palabras. ¿Pero escribir sobre el ex general?

Lo que finalmente me convenció para comenzar fue el recuerdo de que el P. Nicolás se dirigió a nosotros en una de nuestras reuniones comunitarias mensuales. Lo que dijo se ha quedado conmigo desde entonces: «Sé tú mismo. Nunca te equivocarás al ser tú mismo. Pero deja que Cristo te toque y entre en tu vida». Yo esperaba que él nos dijera que estudiáramos más (lo que él nunca dijo explícitamente, más bien nos aconsejó que formemos hábitos de estudio). O que, tal vez mencionara su constante estribillo como general: ser personas de profundidad. Pero su primer mensaje fue asombrosamente simple y de gran sabiduría: “sé tú mismo, pero deja que Cristo toque este ser”.

A su manera modesta, el P. Nicolás nos alienta a ser nosotros al ser genuinamente él mismo. ¿Y quién es este ‘yo’ genuino? Una persona extremadamente graciosa, humilde y santa.

No pocas casas de formación están marcadas por una cultura de burla o burlas, a veces hasta el punto de ser irreverente. La primera vez que el Padre Nico se unió al coro de bromas dirigidas a un compañero me sorprendió bastante. Justo después de hacer su contribución en la ocasión -lo que él dijo exactamente se me escapa- hubo una densa pausa antes de que todos estallaran en un ataque de risa, incluido el estudiante aludido. Si había alguna idea de que tendríamos que actuar de manera diferente delante del antiguo P. General, se hizo añicos en ese momento. Pronto sabríamos que su humor, sus bromas amistosas y esa risa contagiosa que parece provenir de una parte muy profunda de él, son en gran medida lo que él es.

Él nunca es ofensivo, ni siquiera un poco imprudente. Nunca se queda sin chistes y, si los repite, los dice con tanta pasión y emoción como la primera vez. Pero muchas veces, realmente, lo que nos provoca tanta risa y alegría no es tanto la broma en sí misma, sino cómo lo dice. En varias ocasiones ni siquiera llegará a entregar su frase final, porque lucha por ocultar su propia risa. ¿Cómo puede uno no encontrar alegría en alguien que está eufórico incluso con sus propios chistes?

«El humor es muy importante en la vida de un sacerdote y en la religión. Tendemos a tomarnos a nosotros mismos demasiado en serio y perder perspectiva». Esta fue su respuesta cuando se le preguntó por qué parecía estar encantado cada vez que se compartía una broma, ya sea durante las comidas o saludándose en el pasillo.

Al igual que su buen amigo el Papa Francisco, el Padre Nicolás parece saber cómo son de importantes la risa, el humor y la alegría en la vida religiosa, pero también cómo no son accidentales. Requieren una decisión. Como dice el Papa, se necesita coraje para ser feliz, porque se necesita coraje para elegir a Cristo y nadar contra la corriente. El padre Nicolás nos ha enseñado que ser una persona de humor requiere coraje y un enfoque en lo que es verdaderamente valioso: «Necesitamos relativizarnos y ver que las cosas de Dios son todas relativas y solo el amor es supremo. Los fariseos pueden ser un grupo muy serio».

Sí hay algo en lo que el Padre Nicolás habla en serio: él no quiere ser tratado de manera diferente al resto de nosotros. Él detesta cualquier tratamiento especial. Él siempre quiere ser llamado claramente «Nico». Siempre se detiene para saludar a cualquiera que encuentre en el corredor, ya sea sacerdote, estudiante, empleado o incluso los gatos que dormitan en la Casa Arrupe; y lo hace con una sonrisa, una mirada amable y -al menos para los seres humanos- una broma ocasional.

Su humildad se manifiesta no solo en nuestra comunidad sino también en el exterior. Insistió en unirse a los estudiantes en sus áreas de apostolado: un hospital público, un hogar para pacientes con cáncer, un centro para niños indigentes con discapacidades, o las numerosas capillas y hogares que visitamos en las comunidades urbanas pobres. Y su manera de interactuar con gente sencilla es la misma con la que habla y hablaría con cualquier otra persona.

Si pudiera entrar en sus oraciones, apostaría a que se relaciona con Dios de la misma manera. Él fue y es la misma persona humilde y veraz en todo momento.

Muy pronto, el P. Nico nos dejará para regresar a Japón. Nuestra casa nunca será la misma sin él. El comedor o la capilla nunca serán lo mismo sin el padre Nico en su lugar habitual comiendo o rezando, riendo en voz alta o sonriendo, en silencio o en oración. Durante el último año nos hemos acostumbrado a que este jesuita humilde y feliz nos acompañe en nuestra formación. Y tomará algún tiempo acostumbrarse a no tener cerca a este «santo de al lado» que ha reflejado para nosotros la presencia de Dios siendo simplemente fiel a sí mismo. Extrañaremos la santa presencia del Padre Nico, pero lo que él nos enseñó a través de su ejemplo perdurará mientras sigamos siendo tan fieles a nosotros mismos y a nuestro Señor como él lo ha sido con nosotros y con su Dios.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

 

Desafíos de la Formación dentro de la Compañía de Jesús

En días pasados, el P. Daniel de Ycaza SJ, Maestro de Novicios en Ecuador, Bolivia y Perú estuvo de visita en Lima, Perú. La Oficina de Comunicación de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y el Caribe (CPAL) lo entrevistó para conocer más a fondo sobre la primera etapa de formación de un jesuita, el noviciado.

P. Daniel de Ycaza SJ

¿Qué perfil debe tener una persona que ingresa al noviciado de la Compañía de Jesús y con qué perfil sale luego de esta primera etapa?

El perfil es de un joven ordinario que tenga muchos deseos de transformar la realidad, que tenga un amor muy personal a Cristo y de entrega a los más pobres. En el Noviciado ese perfil se va purificando en sus motivaciones y a través de la dimensión espiritual, que es la central, la intimidad con el Señor, la dimensión apostólica, comunitaria, intelectual, se va conociendo quién es este joven y cómo va siendo desde la experiencia de Dios como va fundando la compañía en sí y desde allí se va reconfirmando la vocación que siente de ser jesuita.

Cuando termina, se supone que ya ha fundado mucho más la Compañía de Jesús, ha asimilado más la Espiritualidad Ignaciana, un modo de ser, un modo de proceder, para seguir a la etapa siguiente que tiene su reto la formación intelectual y formar un buen jesuita.

¿Cómo ha visto la evolución de la formación de los novicios en los últimos años?

Es una satisfacción ver cómo van desplegando su modo de ser jesuita en las diversas actividades que tienen, sea en la universidad, en el apostolado, en la vida comunitaria, en medio de las fragilidades que todos tenemos la experiencia de Dios le va marcando y van aprendiendo a ser buenos jesuitas.

¿Cuáles son los retos actuales en la formación de novicios de América Latina?

La generación que va llegando, podríamos decir que es más frágil, más susceptible, entonces un desafío primero es la integración personal. Son como de fases internos, pueden tener 30 años pero en algunas etapas, pueden tener 20 años en otras y hasta 40, entonces cómo se van integrando desde la experiencia de Dios y desde allí su historia personal, biografía, van sanando heridas, fortaleciendo las cualidades y dones que el señor le ha regalado para sanar y servir.

Es muy importante el autonocimiento desde la experiencia de Cristo. El punto es que como la acción del espíritu encienda, como decía el Padre Hurtado: que un fuego encienda otros fuegos, y desde allí se entusiasman con la transformación de la realidad. Hacer este mundo más justo, más humano, más fraterno. Desde allí se va viendo el compromiso real para ser un buen jesuita.

¿Cuál es el principal consejo qué siempre le das a tus novicios?

El consejo central es el amor personal a Jesucristo, desde la identidad con él e identificación vivencial en su modo de ser, de proceder, en su criterio, sentimientos, estilo de vida. Desde esa intimidad con el Señor, como dice San Pablo hasta que ya no sea yo, el ego quien viva en mí, sino que Cristo viva en mí. Desde allí se integra todo.

Fuente: Jesuitas Latinoamérica

Pedro Barreto, un Cardenal Ecológico

El jesuita Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo (Perú), fue nombrado Cardenal por el Papa Francisco. Fue Premio Nacional de Derechos Humanos 2010 y es un reconocido defensor del medioambiente. Una voz necesaria en la iglesia peruana.

Por Raúl Mendoza

Comenzando este siglo, al sacerdote jesuita Pedro Barreto Jimeno le asignaron un destino que le dejó una profunda impresión. El 2001 lo nombraron obispo vicario de Jaén, Cajamarca, provincia ubicada en ceja de selva y cerca de la frontera con el Ecuador. Allí conoció de cerca los problemas que asolaban la Amazonía peruana y las necesidades de las comunidades awajún-wampis asentadas en ese territorio.

«Allí tuvo su bautizo de selva. Entró en contacto con la tala indiscriminada de los bosques, la extracción ilegal de oro en la zona de la Cordillera del Cóndor y otros temas medioambientales. Y también conoció la parte cultural y los problemas de la población. Fue una especie de noviciado como Obispo porque solo estuvo hasta el 2004 y de allí lo nombran Arzobispo de Huancayo«, cuenta el padre Enrique Rodríguez SJ, párroco de la iglesia San Pedro, y amigo de Barreto desde el colegio.

Su llegada a Huancayo le brindó a Pedro Barreto la oportunidad de cumplir con los principios de su formación jesuita: la experiencia del encuentro con Dios tiene que ir asociada a un trabajo por la justicia. Por eso muy pronto se interesó en los problemas de contaminación en La Oroya. «Eso le viene en su ADN jesuítico. El ser cardenal va a visibilizar mucho más esa preocupación por un vínculo entre la fe y la justicia«, dice Victor Hugo Miranda SJ, coordinador de la Plataforma Jesuita en Piura, a quien Barreto ordenó como sacerdote el 2011.

El propio Barreto contó su experiencia en Huancayo al portal Religión Digital. «Yo no estaba diciendo nada nuevo, porque el Ministerio de Salud, en noviembre de 2004 emitió los resultados del análisis de sangre a niños menores de seis años que vivían en frente de la fundición, y de los 600 niños menores de seis años, el 99.9% tenía como promedio cuarenta microgramos de plomo por decilitro de sangre. Cuando la Organización Mundial de la Salud, por aquella época, decía que diez eran de altísimo riesgo. De diez a cuarenta… Ahora, a nivel internacional, lo han bajado: cinco ya es alto riesgo. Imagínese, ¿cómo yo me iba a callar? No podía».

En esa lucha logró que se formara una mesa de diálogo con todos los actores vinculados al problema: empresa, Estado, población. Era una encrucijada. Los trabajadores y la población estaban -y están- conscientes de que la operación minera afectaba su salud, pero sin ella no tendrían como mantenerse. En ese esfuerzo por buscar una salida al problema se dio impulso al proyecto ‘El Mantaro revive’ y se consiguió que el 2009 la fundición dejara de operar. El año siguiente Pedro Barreto ganó el Premio Nacional de Derechos Humanos.

«Nosotros no estamos en contra de la minería, ni de la inversión; se trata de cambiar la forma de vida y tener una empresa que no agreda a la humanidad, sino que sea responsable y segura”, dijo después de recibir el premio.

En todos esos años el Arzobispo de Huancayo recibió amenazas, llamadas telefónicas intimidantes y hasta sufrió el seguimiento de sujetos desconocidos. «Se ganó muchos enemigos. Lo seguían. Él es muy valiente para hablar de los temas de la actualidad, la contaminación del medioambiente, los derechos humanos, los temas de género. Dice lo que piensa, no se calla», comenta el padre Enrique Rodríguez SJ.

Al servicio de Dios

Monseñor Barreto nació en el centro de Lima y vivió en el segundo piso de una casa ubicada en la esquina del jirón Azángaro con Miroquesada, a una cuadra de la iglesia San Pedro, templo jesuita que muchos años después lo acogería. Fue el segundo de seis hermanos y el mayor de los varones. Estudió en el colegio La Inmaculada y desde joven sintió el llamado religioso. Cumplió 74 años en febrero y ha realizado labor pastoral en Cusco, Tacna, Ayacucho, Jaen y Huancayo.

El padre Enrique Rodríguez -que es un año menor- cuenta que desde el colegio Pedro Barreto gustaba del fútbol e incluso siguió practicándolo hasta hace unos años. «Hasta que se fastidió el tendón de Aquiles», cuenta. También dice que, sin tratar de magnificar ni empequeñecer a una persona, la palabra que mejor define a su amigo es ‘bonhomía’, es decir que es un hombre bueno. «Entre los jesuitas reconocemos que no es, como se dice coloquialmente, ‘buena gente’, sino un hombre bueno».

El sacerdote Víctor Hugo Miranda por su parte, recuerda que lo conoció allá por el año 2000 cuando ingresó a la Compañía de Jesús. «Siempre ha sido muy cercano, tenía un trato horizontal con todos, sin importar la edad. Los jesuitas tenemos una reunión en enero, todos los años, donde tratamos distintos temas y al final hay un momento más festivo donde se le da la bienvenida a los nuevos. El año que me toco a mí, quien animaba esa reunión era Pedro Barreto».

De esa celebración el padre Víctor recuerda que Monseñor siempre contaba algunas anécdotas y a veces sorprendía a los aludidos. «A mí por ejemplo me habían mandado a hacer servicio en un hospital en Arequipa y en mi primer día, mientras limpiaba una ventana, se me rompió un vidrio. ¡En mi primer día! Eso lo contó Pedro en la reunión y todos se mataron de risa».

El servicio que el hoy arzobispo de Huancayo ha brindado en distintas regiones le ha dado una mirada amplia del país y ha afirmado su opción por la defensa de los más vulnerables. Su defensa del medioambiente está basado en su conocimiento de las propuestas hechas por Juan Pablo II y Benedicto XVI. » “En los 90, el Papa Juan Pablo II advirtió una explotación irracional de la naturaleza. En enero de este año el papa Benedicto ha dicho que para construir la paz hay que proteger a la creación”, decía el 2010. El actual interés del Papa Francisco en la defensa de la Amazonía, de la población de esa parte del mundo, y de la ecología en general, le parece una bendición.

Defender el futuro

Con el nombramiento de Pedro Barreto como cardenal el Perú por primera vez tiene dos de ellos. Además es la primera vez que este título se le otorga al arzobispo de una ciudad del interior del país. La lectura que se hace desde el exterior es que el Papa Francisco -que ha nombrado otros trece nuevos cardenales- está entregando estos títulos a prelados de ciudades periféricas como una forma de descentralizar la actual iglesia católica.

En el Perú, Victor Hugo Miranda SJ, comenta que Pedro Barreto, como cardenal y miembro del Colegio Cardenalicio -que aconseja y elige al Papa- le dará a Francisco una nueva mirada sobre el Perú. «En ese sentido, el Papa busca ampliar la perspectiva de sus consejeros. Cuando tenga que escuchar a los cardenales del Perú, habrá dos que le pueden dar una visión más amplia de la realidad peruana», explica.

Considerando que Juan Luis Cipriani, el otro cardenal peruano, tiene posiciones bastante conservadoras en muchos temas y Barreto es más bien alguien que podría calificarse de progresista en temas que generan polémica en el país, este nombramiento también podría verse como un contrapeso a la influencia mediática que siempre ha tenido Cipriani.

Barreto y el Papa Francisco se conocieron hace muchos años y coinciden en una agenda verde para el futuro. El arzobispo de Huancayo es vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica -comprometida con la preservación de la selva- y el próximo año se realizara un sínodo para discutir el tema. Es un hombre que se preocupa por lo que pasa en la sociedad, en la naturaleza, en el país, pero además es un hombre de acción.

Fuente:  La República

San Luis Gonzaga, Patrono de la Juventud

San Luis Gonzaga ingresó a la Compañía en 1585, a los 18 años.

Para ese momento dos cosas lo caracterizaban: una devoción enorme a Dios y la Iglesia que lo movían a consagrar su vida a su servicio; y una salud muy frágil.

Tras la etapa de Noviciado, fue trasladado a Milán para continuar sus estudios en teología. En 1591 una epidemia de fiebre atacó con violencia a la población romana. Los jesuitas, por su cuenta, abrieron un hospital en el que todos los miembros de la orden, desde el padre general hasta los hermanos legos, prestaban servicios personales.

Luis pidió a sus superiores autorización para cuidar a los moribundos; tarea a la que se entregó de lleno, limpiando las llagas, haciendo las camas y preparando a los enfermos para la confesión. Hasta que contrajo la enfermedad de un enfermo a quien encontró en la calle y, cargó sobre sus espaldas, para llevarlo al hospital donde servía.

Sin embargo, esta enfermedad no lo llevó a la muerte, aunque contribuyó a desmejorar aún más su ya débil salud.

Finalmente, la vida de Luis se apagó en la madrugada del 21 de junio de ese mismo año. Sin embargo, su testimonio sigue vivo y resonando con fuerza dentro de la Compañía y de la Iglesia. En 1726 fue canonizado y proclamado patrón de la juventud cristiana.