Misioneros Jesuitas, Hombres de Dios

Resulta curioso, cuando menos, el fenómeno protagonizado por los misioneros jesuitas. Más bien sería admirable el adjetivo a colocar aquí ya que si analizamos la vida de cualquiera de ellos, llama inmediatamente la atención su trayectoria.

En el inicio, una entrega inusitada. Eran, ciertamente, otros tiempos en los que unas Provincias podían exportar jesuitas hacia otras, dentro de una generosidad tremenda. Ahí no había obstáculo que valiera, ni distancia, ni continente, ni cultura, ni siquiera la lengua distinta. Un ardor de corazón lo llenaba todo y la aventura empezaba con la insistencia a ser enviado allá donde fuere necesario. Hemos asistido a partidas hacia el otro extremo del mundo, a años de estudio de la lengua, pacientes e infinitos, a llegadas a climas desconocidos; todo ello en el marco de una entrega al Señor que llamaba con urgencia.

La inculturación ha sido, sin duda alguna, el fenómeno que se ha hecho denominador común en los misioneros jesuitas. Allá dónde fueren, allá que observaban, vivían, conocían, se dejaban impregnar por lo local, y se hacían solidarios con todos. Más tarde llegarán los trabajos codo con codo, la paciencia y el aprendizaje mutuo, hasta saberse valorados y queridos y, desde ahí, poder iniciar un Anuncio respetuoso con las otras culturas religiosas. El prestigio fue clave para hacerse un hueco y para salvar las ánimas de otros muchos que quisieron ver y creer que el ejemplo vale más que mil palabras y que lo predicado de un estilo de vida distinto era cierto.

Años de entrega radical, en muchas ocasiones en circunstancias adversas, llenas de contratiempos y falta de comodidades dieron paso a innumerables transformaciones, mejora de la calidad de vida en muchas culturas y de admiración por lo otro, por otros conceptos desde los que entender la vida y el universo, y trabajar finalmente de modo conjunto para conseguir dar gracias a Dios.

Y la vida misionera no siempre se queda anclada en un momento determinado pues los años, en definitiva, no pasan en balde. En otras circunstancias, adversas, el desgaste es mayor y más rápido y, al final, todo pasa factura. Los regresos a las tierras que vieron nacer a los misioneros jesuitas han sido muchos, pero siempre con una mirada hacia esa misión que ha dado sentido a toda una larga vida. Tal vez la enfermedad o el desgate ha pillado a más de uno de estos admirables compañeros aquí y aquí han descansado en paz, pero muchos otros han pedido, solicitado y suplicado una vuelta allá donde desean finalmente reposar porque allá todo tiene más sentido, entre los suyos, y en una tierra que los amó profundamente y a la que quisieron con locura.

Curiosos sentimientos, admirables vidas, logros inusitados. Quizás eran, y son, de otra madera, estos compañeros nuestros, los misioneros jesuitas. Labrados por la mano de Dios, fieles a su voluntad y con ganas de seguirle a Él por un camino desconocido, difícil a veces y, otras, lleno de cruces, algunos, incluso, con la vida arrebatada desde la violencia. Todos ellos, sin duda, hombres de Dios.

Fuente: Jesuitas España

 

Frutos muy por Encima de Nuestras Limitadas Fuerzas

El sínodo de los obispos de octubre pasado trató sobre la vida de los jóvenes. Los participantes abordaron, en el marco de este tema, otro muy relacionado con él: el discernimiento vocacional. Este mes, el equipo de comunicaciones de la Compañía en Roma quiere responder al desafío que supone para nosotros. En su sitio web podrán encontrar, varios artículos y videos cortos sobre el discernimiento vocacional.

Compartimos aquí la reflexión de Antonio España, Provincial de la Provincia de España; ante la siguiente pregunta.

¿Cuál es el lugar de la espiritualidad y la religión en la juventud española y, en este contexto, qué lugar puede tener la vocación religiosa?

La marcha actual de la Compañía pasa por momentos de discernimiento constantes sobre la misión y para el bien de la Iglesia. La profundidad de nuestros ministerios y la cercanía a los pobres están en el corazón de todo lo que hemos compartido y seguro que podrán atraer a más jóvenes a seguir a Jesús.

Además, se ve una vitalidad y una ilusión por los frutos que se siguen dando, muy por encima de nuestras limitadas fuerzas, como es la experiencia internacional de MAGIS+. Afortunadamente, no dejan de aparecer nuevas ideas para evangelizar creativamente a los más jóvenes y por saber transmitir la fe actualizada y llena de esperanza. Ojalá el Señor nos ayude y nos dé fuerzas para poder conocer lo mejor posible su voluntad para tantos desafíos como tenemos por delante.

Fuente: jesuits.global

 

Cuando una Pasión te Mueve

Entre las muchas virtudes que llevaron a este aventurero a anunciar la fe y la justicia hasta los confines del mundo estaba el paradigma de la inculturación.

Por Alvaro Lobo SJ

Este año conmemoramos el 400 aniversario de la llegada de Pedro Páez sj a las fuentes del Nilo Azul, convirtiéndose de esta forma en el primer europeo en lograr una gesta nada desdeñable. Una epopeya que probablemente en otras latitudes ya se estudiaría en los libros de texto, sería recordada con calles y estatuas y todo el mundo sabría lo que este jesuita hizo en la época de los grandes descubrimientos.

Este madrileño también logró ser el primer europeo en tomar café, en atravesar los desiertos de la península arábiga camuflado como comerciante 300 años antes de que los exploradores británicos pudieran cruzarlo y sobrevivió a siete años de cautiverio extremo. Pero la leyenda de Pedro Páez sj no se reduce a ser un adelantado de su tiempo. Sus hazañas estuvieron llenas de peligros, pero no dejó por ello de avanzar en su misión porque sabía que se dejaba guiar por una pasión más grande que cualquier dificultad. Sobre todo, mantenía vivo el deseo de anunciar un modo distinto de vivir en cualquier situación. Brillaba en él una habilidad capaz de adaptarse a todos, y portaba en su bordón el mensaje de Jesús hasta evangelizar al mismísimo emperador de Etiopía.

Entre las muchas virtudes que llevaron a este aventurero a anunciar la fe y la justicia hasta los confines del mundo estaba el paradigma de la inculturación. Una seña de identidad ignaciana que busca extender el Evangelio en cada cultura y sociedad con un lenguaje propio, autóctono y genuino. Sin embargo, si intentamos comprender esta actitud como una maniobra puramente estratégica, sería algo así como reducir el espíritu misionero a un simple marketing religioso o, peor aún, convertirlo en envenenada propaganda occidental. Detrás de este modo de actuar está la intuición de que Jesús y su Reino tienen algo que decir a cada pueblo y nación en cada momento y lugar, porque Dios –aunque nos cueste creerlo– tiene una palabra para cada uno de nosotros. Ojalá que esta semana del Domund podamos inspirarnos por tantos hombres y mujeres dispuestos a entregarse por cambiar la realidad allá donde nos toque vivir, porque en nuestra mano está –como Pedro Páez sj– hacer del Evangelio una gran aventura.

Fuente: Pastoral SJ

 

Nuevo Superior Provincial Jesuita en Argentina y Uruguay

El Superior General de los jesuitas, P. Arturo Sosa SJ designó al P. Luis Rafael VELASCO SJ, como nuevo Superior Provincial de la Provincia Argentino-Uruguaya de la Compañía de Jesús. El P. Rafael sucederá al jesuita uruguayo Alejandro Tilve sj, quien ocupa el cargo desde el 8 de diciembre de 2012.

El P Rafael, de 51 años, nació en la ciudad Córdoba el 31 de mayo de 1967, e ingresó al noviciado jesuita el 11 de marzo de 1985 Cursó sus estudios de Filosofía y Teología en las Facultades de San Miguel (Provincia de Buenos Aires). Fue ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1997 en la diócesis de San Miguel y es Licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Comillas (Madrid).

Mensaje de la XXXVI Asamblea de CPAL

Los Provinciales Jesuitas de América Latina y el Caribe estuvieron reunidos del 6 al 10 de noviembre en Brasil. Compartimos aquí el mensaje final de laXXXVI  Asamblea de CPAL en el que, entre otras cosas, se anuncian las nuevas preferencias apostólicas para el trabajo de la Compañía de Jesús en la región. 

Queridos compañeros y compañeras en la Misión:

Los Provinciales de América Latina, reunidos entre los días los días 6 al 10 de noviembre en el Centro de Espiritualidade Cristo Rei (CECREI) de São Leopoldo, cerca de Porto Alegre, Brasil, les enviamos un saludo fraterno. Compartimos con ustedes la memoria de lo que han sido nuestras conversaciones en este hermoso espacio de las “tierras gaúchas”.

La reunión tuvo tres grandes momentos: el primero con los miembros de los equipos de formación de nuestra Conferencia, el segundo centrado en el discernimiento de las Preferencias Apostólicas Universales a ser presentadas por la CPAL al Padre General y, el tercero para tratar asuntos varios presentados por el equipo ejecutivo de la Conferencia. Participaron con nosotros los PP Gabriel Ignacio Rodríguez S.J. y Claudio Paul S.J., Asistentes del Padre General para América Latina, el P. David Romero S.J., Delegado del Provincial de Brasil para la preferencia Amazonia, el P. Cris Llanos S.J., Superior Regional de Guyana y Jamaica, y el P. Agbonkhianmeghe Orobator S.J., presidente de la Conferencia de África y Madagascar. Por dificultades de visado, no pudieron acompañarnos los PP. David Pantaleón S.J. (Cuba) y Jean Dennis Saint Félix S.J. (Haiti).

El primer día de nuestra reunión lo dedicamos a participar en el último día del Encuentro de Formadores organizado por la CPAL con los miembros de todas las casas de formación de América Latina y el Caribe. Escuchamos el reporte de los días de trabajo previo (en los que participaron tres Provinciales) sobre el uso de los medios de comunicación y las redes sociales en las casas de formación, y sobre los desafíos comunes para una mayor y mejor integración de lo afectivosexual en nuestra vida consagrada; todo eso a partir de valiosos aportes hechos por dos compañeros nuestros: los PP. Kevin Flaherty S.J. (UMI/PER) y Rufino Meana S.J.(ESP). Fue un interesante y enriquecedor encuentro; valió la pena escuchar las inquietudes y logros de los equipos de formación, y compartir la esperanza que todos tenemos puesta en nuestros compañeros más jóvenes. El día terminó con un sabroso y abundante churrasco “gaúcho”, altamente apreciado por todos.

El segundo día de la Asamblea trabajamos los informes de la Presidencia y de los sectores y redes apostólicas, así como de la administración de la CPAL. Nos sigue sorprendiendo el volumen de trabajo realizado y la generosa dedicación de los compañeros del equipo ejecutivo. La tarde la dedicamos a conversar con el P. Rafael Velasco S.J. (ARU), coordinador de la Red Latinoamericana de Parroquias Jesuitas sobre el estado actual, las necesidades y los desafíos de la red. Ya en la noche el P. Juan Carlos Morante S.J., provincial del Perú, nos presentó la situación actual de las investigaciones en torno del asesinato del P. Carlos Riudavets S.J., en agosto pasado, en la Amazonía peruana. Las investigaciones continúan y se espera que desemboquen en el esclarecimiento de lo sucedido y la impartición de justicia.

Comenzamos, luego, un tercer tiempo de nuestra Asamblea: con la valiosa y serena orientación de nuestros hermanos los PP. Álvaro Pimentel S.J. (BRA) y Hermann Rodríguez S.J. nos sumergimos durante casi dos días y medio en el discernimiento de las Preferencias Apostólicas Universales. Este recorrido comenzó con una presentación / análisis de algunos de los grandes desafíos actuales de la humanidad, para lo cual nos ayudó especialmente el P. Inácio Neutzling S.J. (BRA) luego recogimos y consideramos, de manera personal y también en grupos, el recorrido del proceso en las provincias, el examen de las preferencias anteriores, los desafíos actuales y futuros para la Misión de la Compañía, y las preferencias propuestas por cada Provincia. El Padre General nos había solicitado no sólo hacer una sistematización de los aportes de las Provincias sino realizar nuestro propio discernimiento; para ello nos ayudó grandemente la metodología del “diálogo espiritual”: la escucha atenta, abierta e indiferente, de lo que el Espíritu habla a los miembros del grupo que discierne. Fue un recorrido bonito al final del cual formulamos cinco preferencias que serán nuestro aporte al discernimiento de toda la Compañía, y que el Padre General habrá de presentar al Papa, probablemente, en el primer trimestre de 2019. Los enunciados de las cinco preferencias que son fruto del discernimiento de la CPAL son los siguientes:

1. Migrantes, refugiados, desplazados y víctimas de trata de personas. Nos comprometemos a “acoger, proteger, promover, e integrar a los migrantes, refugiados y las víctimas del tráfico humano” (Discurso del papa Francisco a los participantes del Foro Internacional de Migraciones y Paz, 21/02/2017).

2. Cuidar la casa común y promover la justicia socio ambiental. Nos comprometemos en la misión de trabajar en la promoción de una ecologíaintegral como expresión del amor misericordioso de Dios hacia toda la creación, con un particular énfasis en la Amazonia y la cuenca del Congo, biomas que interesan de manera preeminente a todo el Planeta.

3. Formación integral de los jóvenes. Fortalecer nuestro compromiso en la formación integral de los jóvenes a través de los diversos servicios apostólicos de la Compañía, colaborando de manera intersectorial e interprovincial, para promover su liderazgo en la construcción de sociedades más justas y fraternas y de una Iglesia sinodal (cfr. sínodo de la juventud 2018).

4. Espiritualidad y Ejercicios Espirituales. Ofrecer con más audacia y creatividad la riqueza de nuestra Espiritualidad para ayudar a las personas y las comunidades a salir “del propio amor, querer e interés” (EE.189).

5. Colaborar en la construcción de un mundo más justo, más democrático y ambientalmente sostenible. Nos comprometemos a formarnos intelectualmente de manera profunda y seria, y a colaborar con otros en la formación de nuevos liderazgos que contribuyan a la construcción de comunidades reconciliadas, más fraternas, y una aldea global más justa y democrática.

En el cuarto día de nuestra asamblea, terminamos la jornada escuchando al P. Orobator S.J., Presidente de la JESAM, quien presentó los desafíos apostólicos y las perspectivas de futuro de las provincias miembros de la Conferencia de África y Madagascar. Por ser una Conferencia con una gran mayoría de jesuitas jóvenes, su principal tarea es la formación. Su presencia entre nosotros: agradable, amiga y provocativa, nos hizo sentir más fuertemente la vocación universal de nuestra misión.

El último día, además de afinar el discernimiento sobre las Preferencias Apostólicas Universales, iluminados por la última carta del Padre General y orientados por el P. Cristián Del Campo S.J. (CHL), lo dedicamos a conversar sobre los aprendizajes alcanzados hasta el momento en la tarea de velar en todos nuestros ministerios por la seguridad e integridad de los menores y adultos vulnerables. Esta cultura del cuidado, forjadora de ambientes sanos y seguros, es un compromiso permanente del cuerpo apostólico para que nuestro servicio tenga credibilidad y sea evangélicamente eficaz.

Durante la 36ª Asamblea de la CPAL hemos tenido particularmente presentes la crítica situación de Venezuela, de Nicaragua y de Honduras; de manera especial ha estado presente en nuestro recorrido el masivo movimiento migratorio de hermanos de varios países de Centroamérica, quienes, con pleno derecho, buscan una salida a la violencia y pobreza que tienen que enfrentar cotidianamente. Nos solidarizamos con estos pueblos, agradecemos a los compañeros y compañeras de la Red de Jesuitas con Migrantes y del Servicio de Jesuitas a Refugiados su generosidad y sus trabajos. ¡Ustedes son el cuerpo apostólico de la CPAL en las carreteras, acompañando al pueblo que sufre! Nos comprometemos a colaborar y seguir acompañando sus necesidades.

Agradecemos a toda la Provincia del Brasil, en la persona del Provincial, P. João Renato Eidt S.J. y a su Socio, el Hno. Eudson Ramos S.J., por su hospitalidad.

Agradecemos también a todo el equipo del CECREI que nos recibió y atendió con dedicación inmejorable. El Señor de la Vida y Nuestra Señora Aparecida sabrán recompensar su enorme generosidad.

Fraternalmente en Cristo

Intervención del Padre General al Sínodo

Compartimos la intervención del Padre Arturo Sosa durante el Sínodo de los Obispos «Los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional». El Sínodo comenzó el 3 de octubre y se extendió hasta ayer. 

Por Arturo Sosa SJ 

La confrontación con la realidad (n. 118-119) como parte del discernimiento supone un adecuado análisis (interpretación) de la realidad que se ha reconocido. Percibo en el Instrumentum Laboris una visión simplificada y negativa de la secularización. Siendo una característica del cambio de época apenas se menciona en la I parte como una especia de etapa oscura en vías de superación, desaparece en la segunda parte en la que se busca interpretar la realidad y discernir la acción de Dios en la historia, para reaparecer apenas mencionada en algunos números de la tercera parte, siempre en tono negativo.

¿Y si nos atrevemos, más bien, a ver la secularización como un signo de los tiempos, en el sentido teológico que le dio el Concilio Vaticano II a esta expresión?

Se trata de ver la secularización, y el mundo secular que surge de ella, como uno de los modos como el Espíritu nos está hablando y guiando en este tiempo. En lugar multiplicar lamentos por el pasado idealizado que se fue, preguntémonos sinceramente qué nos está diciendo el Señor a través de la secularización, hacia dónde nos lleva el Espíritu Santo a través de ese camino que está viviendo la humanidad.

Preguntémonos, por ejemplo, de qué nos libera la secularización. Una respuesta nos llevaría a diferenciar varios tipos de reacciones provocadas por la secularización.

  • a) Uno es el secularismo combatiente que da la batalle contra cualquier forma de la fe religiosa desde un ateísmo militante.
  • b) En otros casos el secularismo se muestra como indiferencia ante la experiencia religiosa.
  • c) Uno de los efectos frecuentes de la secularización es la interrupción de la trasmisión social de la religión que lleva a la ignorancia respecto de la fe, la experiencia religiosa y la religión misma.
  • d) Cuando la sociedad se hace secular, surge en muchos el deseo de conocer lo religioso y la experiencia de fe. En esta etapa se ha superado el combate contra la religión y la indiferencia se transforma en indagación del fenómeno religioso. De este modo, por curiosidad muchos jóvenes se acercan a ver que encuentran.

Percibir el proceso de secularización como signo de los tiempos nos lleva a:

  1. Hacernos conscientes de cómo el mundo secular nos libera de ser cristianos automáticamente, por costumbre, porque vivimos en un ambiente cristiano, porque se es parte de una familia cristiana en una sociedad cristiana. En una sociedad secular se es cristiano porque se quiere, porque se ha hecho la pregunta, se ha informado, se ha discernido y se elige ser cristiano.
  2. La sociedad secular nos libera también de fundar en la religión la identidad tribal, la identidad nacional o cualquier otra identidad ajena a la experiencia espiritual que nos invita a reconocernos humanos, hermanos y hermanas, hijos e hijas del mismo Padre.
  3. La sociedad secular nos lleva a recuperar la importancia del anuncio de la fe y del acompañamiento pastoral de la maduración humana y cristiana. El primer anuncio de la fe se convierte así en una dimensión clave del trabajo de la Iglesia en este tipo de sociedades. El anuncio de la fe se fundamenta en el testimonio de los apóstoles de quienes Jesús, el crucificado-resucitado, se dejó ver. Hoy son testigos quienes han tenido el encuentro personal con Cristo y dan testimonio con su vida de discípulos.
  4. Al anuncio le sigue el largo y complejo proceso de acompañar la maduración de la fe. La experiencia de fe no produce súbditos de un señorío terreno sino seguidores voluntarios del Señorío Universal del crucificado-resucitado de quien han elegido libremente hacerse discípulos. De allí la importancia de las comunidades cristianas. Sabemos que la fe cristiana no se vive a solas; la fe cristiana se vive en comunidad y es la comunidad la que garantiza ese acompañamiento del proceso de maduración en la fe.

Fuente: Curia Jesuita en Roma

Dios pasó por El Salvador

El 14 de octubre será canonizado Monseñor Romero: ¿qué valor tiene este evento para los católicos de hoy?

Por Ignacio Castro SJ

“En la actualidad, para los católicos las canonizaciones ya no son importantes”. Este fue el comentario que me realizó un amigo al contarle que el próximo domingo 14 de octubre el papa Francisco concederá la categoría de santo a Monseñor Óscar Romero. Este acertado comentario cuestionó mi emoción por dicho evento, pues: ¿por qué la canonización de Romero puede ser importante para nosotros hoy?

En la medida en que profundizamos en su vida, es posible descubrir a un sacerdote que aprendió a ser pastor junto a su pueblo; es posible descubrir a un cristiano con los ojos fijos en el Jesús pobre y sencillo; es posible descubrir a un hombre disponible y valiente a la invitación del Dios de la Vida, porque “siempre intentó seguir el Evangelio, aunque no sospechara a donde lo iba a llevar” (Óscar Romero: “La voz de los sin voz”).

A lo largo de los años, Romero fue comprendiendo que algo esencial en el seguimiento de Jesús es la capacidad de saber mirar la realidad y dejarse afectar por ella. De esta manera, fue capaz de abrir su corazón y su mente para dejar entrar al espíritu de Dios que se reflejaba en aquellos con quienes compartía, haciendo que esa realidad cuestionara incluso sus seguridades y certezas más arraigadas.

Monseñor Romero fue un místico de ojos abiertos que pudo profundizar en su opción por el Reino porque estuvo cerca de los que sufren, escuchando su voz y dejándose transformar por ese susurro suave que proclaman los preferidos de Dios.

El también mártir Ignacio Ellacuría S.J., quien vivía en El Salvador en el momento de la muerte de Monseñor Romero, dijo una vez: “con Monseñor Romero, Dios pasó por El Salvador”. Ojalá que de nosotros y nosotras hoy se pueda decir lo mismo: contigo, Dios pasó por el apostolado, por la universidad, por el trabajo…

 

Nuevas Web de la Curia Jesuitas en Roma y la Compañía en el Mundo

Ayer, jueves 18 de octubre y  fiesta de San Lucas (evangelista y, por lo tanto, comunicador), ha sido la fecha elegida para el lanzamiento de la nueva web de la curia de Roma de la Compañía de Jesús, y la nueva web global de la Compañía de Jesús.

Dos páginas complementarias que quieren ayudar a informar sobre la actividad cotidiana del Padre General y sus consejeros (en el caso de la curia), pero también sobre la labor y misión de la Compañía universal. Con este doble proyecto (ambas páginas están vinculadas, y parte de la información del general se reproduce en la global) se intenta sistematizar y enriquecer lo que había hasta ahora. No reducir la información de la Compañía global a lo que tiene que ver con el general, sino tratar de hacer visibles, para el conjunto de la Compañía, y hacia fuera, los aspectos esenciales y compartidos de nuestra misión.

La antigua web de la curia (sjweb.info) ha prestado un enorme servicio durante años, y alguna de sus prestaciones (como la intranet) seguirá funcionando en el Ad Usum.

En la elaboración de ambos proyectos viene trabajando desde hace más de un año el equipo de comunicación de la curia de Roma, con el equipo de la oficina digital del Grupo de Comunicación Loyola

Decálogo para Superar el Clericalismo

“Un problema importante es que una gran parte de la comunidad católica no se imagina cómo puede ser una Iglesia no clericalista –una diócesis o una parroquia sin clericalismo. El clericalismo está tan interiorizado en las instituciones eclesiales que a muchos les cuesta pensar la alternativa.”

Por Fernando Vidal

Superar el clericalismo no es una cuestión interna de la Iglesia sino que el clericalismo tiene fatales consecuencias para el conjunto de la sociedad. Los abusos sexuales y su encubrimiento son la consecuencia más terrible y dramática pero son una parte de los males que extienden “los abusos de conciencia y abusos de autoridad” que dice el Papa Francisco que entraña el clericalismo. En su reciente viaje a Irlanda –la “zona cero” de los abusos-, el Papa ha dicho que hay que realizar una profunda transformación eclesial y social para superar el clericalismo. Pocos días antes, el arzobispo de Dublín, Diarmudid Martin, llamó a “aniquilar todas las estructuras” que provocaron los abusos y su encubrimiento. Al mismo tiempo, el Cardenal de Boston, el franciscano Séan O’Malley, advirtió que la sociedad está “harta” y “no aguanta más” el estado de clericalismo que ha llevado a la peor crisis de la Iglesia católica en los últimos dos siglos. Dada la importancia y alcance de la Iglesia en el mundo, superar el clericalismo es, por tanto, un objetivo de interés público.

El Papa, en su carta a los Obispos de Chile –con motivo también de la gravísima crisis causada por los encubrimientos episcopales de los crímenes sexuales contra menores- planteó los dos puntos de su programa para la regeneración de la Iglesia: una Iglesia profética –como la que luchó contra la dictadura militar de Pinochet, menciona- y la Misión Compartida (con los laicos). La lógica de la Misión Compartida considera que el conjunto del laicado comparte toda la Misión de la Iglesia, tanto en la ejecución como en su discernimiento y las decisiones que apareja.

Un problema importante es que una gran parte de la comunidad católica no se imagina cómo puede ser una Iglesia no clericalista –una diócesis o una parroquia sin clericalismo. El clericalismo está tan interiorizado en las instituciones eclesiales que a muchos les cuesta pensar la alternativa. Están tan resignados a que sea algo imposible de cambiar que la imaginación –y muchas veces la dignidad- está paralizada. El problema es muy amplio y hondo pero quisiera simplemente aportar unas líneas sobre esa alternativa. Y muy especialmente aplicado a la parroquia, que es la más cercana a la vida cotidiana de la gente.

Hace tiempo que otras instituciones eclesiales como muchos colegios, universidades, centros de espiritualidad, ONG y muchas asociaciones laicales no son clericales sino que funcionan desde la lógica de la Misión Compartida. Hay directivos laicos, consejos y patronatos donde los laicos son decisores, elecciones periódicas, transparencia, etc. El resultado global es que la corresponsabilidad laical se ha intensificado en todas esas instituciones y su impacto social, cultural y religioso se ha multiplicado. Pero la parroquia –y las diócesis- permanecen como estructuras más resistentes a la lógica pontificia de la Misión Compartida.

¿Cómo puede ser la Parroquia de la Misión Compartida? En lo fundamental, no es que haya que inventar algo nuevo sino acercarse lo más posible al modo original de proceder de Jesús y sus discípulos. Para superar el clericalismo hay que ser fieles al origen, a la forma de estar Jesús con la gente. Hay profundas cuestiones eclesiológicas implicadas, pero trataré de ser muy práctico y para serlo voy a plantear un decálogo. Este es el decálogo que propongo para superar el clericalismo en cualquier parroquia.

1. Asambleas parroquiales de discernimiento.

Quizás lo primero por lo que comienza una parroquia es por reunir al pueblo. Se reúne en las diferentes eucaristías y actividades de la parroquia. Pero debería haber un evento que en muchos lugares se llama asamblea parroquial, en donde están convocados todos los fieles de la parroquia. Esa asamblea no debería ser una actividad más sino que es el principal órgano de la parroquia, en el que se busca la máxima participación posible. Al menos dos veces al año debe haber un día o medio día de convivencia de la asamblea parroquial. Es clave el método que se sigue en esa asamblea. En lo fundamental, es una asamblea de discernimiento –además de que también haya celebraciones- y por tanto es necesario mejorar el método de discernimiento comunitario que se sigue en esas reuniones de la asamblea. Por ejemplo, el centro belga ESDAC ha desarrollado mucho esos métodos para que realmente sean procesos auténticamente espirituales, fraternales y eclesiales. No basta con convocar asambleas sino que tenemos que aprender a ser una comunidad parroquial de discernimiento en esas asambleas.

2. Comité de evaluación parroquial.

El plan pastoral de la parroquia debe tener indicadores que permitan su evaluación. El Consejo Pastoral podría proponer a la Asamblea parroquial un pequeño equipo permanente de laicos que realicen una evaluación de la implementación del plan parroquial. El resultado de dicha evaluación tiene que ser público y dar a la Asamblea parroquial la oportunidad de conocerlo bien y valorarlo.

3. Una parroquia que consulta a la gente.

Para los sínodos de la familia, el papa Francisco lanzó una consulta global a la Iglesia universal. La lógica de las consultas tiene una larga historia en la Iglesia pero ha sido muy poco practicada. La parroquia debería realizar muchas más consultas. Un asunto importante es cómo se consulta y a quién. Sobre qué y cómo se pregunta es clave. Habría que garantizar que los términos y preguntas de la consulta han sido suficientemente consensuados y que se consulta a todas las personas que deberían tener voz. Para eso es importante que para cada consulta se forme un equipo de laicos que participen en la realización de la consulta, que se garantice la pluralidad e inclusión de los consultados y que los resultados sean públicos.

4. Comité de garantías.

Cualquier párroco hará bien en que su parroquia cuente con un pequeño órgano formado por tres personas laicas de probada reputación y sabiduría en la parroquia, que tenga las funciones de recibir peticiones o consultas en caso de conflicto entre el párroco y feligreses. Deben ser personas que conozcan el Derecho Canónico que compete a la vida parroquial y puedan garantizar que no se van a encubrir abusos de conciencia, autoridad ni de otro tipo, así como arbitrariedades. Ese comité de garantías podrá tener interlocución directa con el vicario episcopal.

5. Diferenciar presidir, regir, gobernar y dirigir.

El párroco preside y rige una parroquia, pero eso no significa que asuma el ejercicio del gobierno ni la dirección. Unir todas esas funciones en una sola persona crea desbordamiento del párroco, así como activismo y posibles confusiones entre todas esas funciones. Si imaginamos el futuro próximo, nos daremos cuenta que no va a haber suficientes sacerdotes para las parroquias –ya se vive en el rural y en muchas zonas urbanas de los países más secularizados-, lo cual lleva a que el párroco no pueda gobernar y dirigir todas las parroquias. Realiza la función de comunión -cuida que nadie esté excluido en la parroquia y que no haya divisiones, une a todos en la parroquia y les une al conjunto de la diócesis y a la Iglesia universal-, pero quien gobierna es el consejo pastoral de cada parroquia y muchas veces cuenta con un director parroquial. Sucede ya en diócesis que tienen un equipo de laicos que dirigen toda la pastoral –con un director o coordinador al frente. Distinguir y repartir esas funciones de presidencia, gobierno y dirección, es algo fundamental. De ahí sale la siguiente propuesta.

6. Director de pastoral.

Las parroquias deberían tener un equipo de dirección de la pastoral, que se ocupara de la implementación práctica del plan apostólico para todo el barrio. Ese equipo debería tener un director o coordinador pastoral. En ese equipo participan los encargados de las diferentes áreas pastorales. Es diferente al Consejo Pastoral, que tiene una labor de gobierno de la parroquia. Y es importante que sean diferentes personas las que pertenecen a uno y otro órgano. Que una parroquia tuviera un director de pastoral nombrado por el consejo pastoral, liberaría al párroco y a los sacerdotes para dedicarse a lo que es esencialmente su ministerio. En muchas parroquias del mundo esa ocupación de director pastoral es un trabajo remunerado, aunque sea parcialmente.

7. Consejo pastoral.

El consejo pastoral es una figura central. Representa a la comunidad parroquial mientras no está reunida en asamblea. Es clave que el barrio sienta que esa representación es auténtica, que sienta que están discerniendo por todo el conjunto de fieles. Para eso es crucial no solamente que los miembros del consejo pastoral sean conocidos y reconocidos, sino que se logre que la representación traiga la voz coral de toda la comunidad. Para eso nuestra propuesta es que haya elecciones cada tres años para el consejo pastoral. Ya presentamos el modelo en un post anterior de Entreparentesis con el título “reformar las parroquias para mejorar la ciudadanía”.

8. Parlamento joven.

La celebración de parlamentos juveniles con motivo del Sínodo de la Juventud de 2018, ha sido un éxito. ¿Por qué no contar con un parlamento o consejo juvenil permanente en la parroquia? Es un lugar donde no solamente se escucha a un sector prioritario de la parroquia sino que es también una experiencia de formación para ser un miembro activo de la parroquia.

9. Grupos de vida para los curas.

¿Por qué los sacerdotes no tienen un grupo de vida cristiano como todos para compartir su vida, discernir sus elecciones, profundizar en la fraternidad…? Un grupo en el que él no sea el consiliario ni el animador ni el presidente ni el director sino uno más, en el que poder revisar y compartir fraternalmente su vida. ¿Por qué un cura tiene que tener otros curas como compañeros de grupo de vida si es que lo tiene? Sería crucial que cada cura tuviera un grupo de vida en la parroquia (o fuera de ella), donde compartiera con laicos en clave comunitaria. Les daría mucho oxígeno, raigambre, y una profunda perspectiva como parte del Pueblo de Dios.

10. Formación de los curas.

Entre las diferentes propuestas, elijo esta por ser fundamental. Los laicos –la diversidad de laicos- debe participar de forma mucho más intensa en la formación de los curas. No solamente como formadores en la enseñanza reglada de los seminarios, sino a través de experiencias prácticas de inserción de los curas en sus pequeñas comunidades parroquiales. Sería clave que los seminaristas conocieran íntima y vivencialmente la pluralidad de comunidades y grupos que hay en las parroquias, atendiendo a diversos aspectos de su formación (por ejemplo, la oración en la vida laical, la comunidad de bienes, la transmisión de la fe, la vida conyugal y familiar, etc.). Esto mismo se podría aplicar a lo que se considera la formación permanente de los sacerdotes.

Consideraciones Finales.

La mayoría de este decálogo se aplica al ámbito de las decisiones. Muchas veces se dice que la participación laical está en la acción en la sociedad y no en los espacios internos de la Iglesia, pero en realidad de lo que se trata es de hacer que los espacios internos de la Iglesia sean un lugar y motor misionero en pleno contacto con “el exterior”. La Misión Compartida requiere una comunidad compartida de discernimiento y decisión.

También es cierto que el clericalismo está muchas veces sostenido más por laicos que por curas. Hay peligro de que el clericalismo se traslade a agentes laicales que actúen con esas lógicas de poder absoluto. Y es que el clericalismo no tiene que ver sustancialmente con el sacerdocio sino con una posición de poder, tan ajena a la lógica apostólica.

Hay quien teme que la des-clericalización de la Iglesia haga peligrar la jerarquía e incluso un sano principio de autoridad, pero de lo que estamos plenamente seguros es que la misión Compartida no lleva sino a reforzar la figura del pastor. En todos los lugares donde se vive esa lógica de Corresponsabilidad, la figura del pastor ha encontrado mucho mayor alcance, presencia, reconocimiento y escucha. Y eso es algo que hace tiempo que se había perdido.

Finalmente, supongo que muchos párrocos firmarían ya ese decálogo pero el problema es que no tienen gente en su parroquia que asuma tantas tareas y servicios, así que tiene que hacer demasiadas cosas que nadie quiere hacer. En todo este asunto del clericalismo no solamente hay concentración del poder en el clero sino ausencia de participación y responsabilidad en los laicos. Pero es cierto que precisamente son los excesos el clericalismo los que han provocado esa apatía, ausencia y pasividad de muchos laicos.

El papa Francisco pide una transformación eclesial y social para superar el clericalismo. Lo que ahora se necesita es que algunas parroquias y diócesis comiencen a innovar y generen modelos de Misión Compartida que permitan que la gente pueda saber al menos hacia dónde ir.

Fuente: Entre Paréntesis

Propuesta para llevar adelante un Discernimiento Apostólico en Común

El Discernimiento Apostólico en Común (DAC) es una propuesta metodológica que está inspirada en la experiencia que San Ignacio de Loyola vivió con sus primeros compañeros a la hora de decidir la fundación de la Compañía de Jesús.

Por P. Hermann Rodríguez Osorio, SJ

Introducción

El Discernimiento Apostólico en Común (DAC) es una propuesta metodológica que está inspirada en la experiencia que San Ignacio de Loyola vivió con sus primeros compañeros a la hora de decidir la fundación de la Compañía de Jesús. Se trata de un proceso espiritual para buscar lo que más nos conduce al fin para el cual hemos sido creados, o dicho de manera más conocida, para buscar y hallar, la voluntad de Dios con respecto a la misión que Dios nos está invitando a cumplir, tanto a nivel personal, como a nivel comunitario.

Vivimos un momento particular a nivel eclesial y congregacional que hace necesaria la participación del mayor número de hermanas en la búsqueda de la voluntad de Dios respecto a nuestras presencias apostólicas y sobre las opciones comunes que debemos hacer a nivel apostólico, para ser obedientes a los ‘signos de los tiempos’ a través de los cuales el Señor nos va comunicando su proyecto de salvación.

Nuestro/a fundador/a, a través de su propia experiencia espiritual, supo leer los signos de su tiempo y hacer las opciones correspondientes, para estar en sintonía con la voluntad de Dios. Hoy es nuestro deber hacer una lectura orante de estos signos y aprender a ponernos en sintonía con Dios, al estilo de Jesús: “(…) el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace” (Juan 5, 19-20). Para descubrir lo que Dios quiere, tenemos que comenzar por desarrollar una mirada contemplativa de la realidad personal, comunitaria, institucional, para descubrir lo que Dios está haciendo y, por tanto, lo que descubrimos que es la mejor forma de colaborar con esta acción creadora y salvífica de Dios en medio de nuestra realidad.

Presupuestos

Antes de comenzar este proceso, es necesario que todas las hermanas tengan presente lo que podríamos llamar, los ‘presupuestos’ de cualquier Discernimiento Apostólico en Común:

Ambiente explícito de fe: Un proceso de DAC no es una metodología para llegar a decisiones más acertadas según nuestros criterios, sino se trata de buscar juntos la voluntad de Dios. Esto tiene que estar suficientemente claro y explícito desde el principio para todas. Por otra parte, es necesario haber asumido que Dios se ha revelado en los acontecimientos de la historia y que sigue revelándose hoy a los hombres a través de la vida. Esto significa que vamos a contemplar nuestro camino con ojos de fe y que vamos a reconocer en las razones y mociones de las demás hermanas, una palabra de Dios que pide ser escuchada y tenida en cuenta.

Unidad en el fin, diversidad en los medios: Para hacer posible una búsqueda comunitaria de la voluntad de Dios sobre un grupo en una circunstancia determinada, es fundamental partir de un acuerdo inicial en torno al fin último del grupo; de la misma manera que los Ejercicios Espirituales comienzan por el Principio y Fundamento, a partir del cual se debe hacer todo el proceso de búsqueda de la voluntad de Dios sobre la persona que los hace, el DAC debe partir de un acuerdo básico sobre el fin para el cual ha sido creada la comunidad; y no sólo el fin que los miembros descubren a nivel práctico e inmediato, sino el fin último que perciben que Dios persigue al reunirlos alrededor de una misión específica. Solamente desde esta base común es posible llegar a establecer una búsqueda comunitaria en la cual habrá, evidentemente, diferentes opiniones y pareceres en cuanto a los medios que se deben escoger para alcanzar este fin.

Oración: antes, durante y después: El DAC no es un proceso que sustituya la búsqueda personal y el esfuerzo que cada una de las hermanas debe hacer por encontrar lo que Dios quiere para sí mismo y para el grupo; exige una labor ardua a nivel personal, que incluye la oración, la meditación y aún el ayuno y el sacrificio. En este sentido, el DAC aparece más bien como un complemento necesario de la labor personal y no una sustitución de una práctica por otra, como puede haberse entendido en algunos momentos, en los que el acento comunitario hizo desaparecer toda exigencia personal.

Libertad interior: Cada una de las hermanas que participan del DAC, debe haber alcanzado un nivel suficiente de libertad interior para buscar lo que Dios le pide y para poder expresarlo comunitariamente. Este presupuesto corresponde a la indiferencia que Ignacio pide a la persona que quiere hacer una elección en el contexto de los EE. Lo que se busca no es sacar adelante un parecer particular, sino la voluntad de Dios. Los medios concretos que se escojan para alcanzar este fin último, deben tener el mismo peso.

Suficiente información: El DAC no está basado en una comunicación mágica de Dios al grupo que busca, sino que supone la mediación de la búsqueda personal y colectiva. Por esto, es importante que las hermanas que participan en el proceso, cuenten con la información suficiente de la problemática que se está tratando para tomar posición ante las alternativas. Puede recurrirse, en caso necesario, a la ayuda de un perito para lograr el nivel necesario de información.

La decisión final corresponde al superior competente: Desde el comienzo debe quedarle claro a cada una de las hermanas, quién es la persona o la comunidad competente para tomar la decisión final y cómo se va a tomar esta decisión… de manera consensual, de manera deliberativa, de manera consultiva, etc. Esto varía de acuerdo con la materia de la decisión y con el tipo de comunidad que está haciendo el proceso de discernimiento. Este presupuesto es importante tenerlo muy claro desde el comienzo, para que al final no haya ‘desengaños’ o conclusiones sorpresivas. Saber esto desde el comienzo, ayuda a ganar libertad interior a los miembros de la comunidad que se implica en este proceso. Confiamos que el superior competente no está movido por intereses distintos a los del grupo y que también está buscando fundamentalmente la voluntad de Dios.

La comunidad entera participa de la búsqueda de esta voluntad, pero tiene claro que el superior competente será el que asuma el servicio de la autoridad en el momento en que ésta se requiera. Hay que tener en cuenta cuál es el superior capaz de asumir responsablemente una determinada decisión; por eso, no se puede comenzar un discernimiento sobre un asunto que corresponde al provincial, sin que se tenga previamente su aprobación y se cuente con su participación; del mismo modo que no puede un provincial promover un discernimiento que requiera de la decisión del Superior General, sin contar con él; o un Capítulo General, o el mismo Superior General, tampoco podría comenzar un discernimiento en el que la decisión final no sea de su competencia, como sería el caso de una decisión que deba tomar el Papa.

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Fuente: Jesuitas Latinoamérica