Conscientes de nuestra ‘nada’

Me postré consciente de mi nada, y me levanté sacerdote para siempre. Juan Bautista María Vianney (Santo Cura de Ars).

Por Javier Rojas SJ

La conciencia de la «nada» que somos nos la da el amor incondicional de Dios. De la sorpresa y el asombro de ser amados por lo que somos nace nuestra experiencia de pequeñez, nuestra nada, ante Él. También nuestras miserias y pecados, esos que nos humillan y avergüenzan, nos revelan el amor inmenso de Dios, porque cuando nosotros somos incapaces de amarlo, Él sí lo hace. Él nos ama aún con nuestro pecado. Su amor y la conciencia de nuestra nada, porque no estamos libres de pecado para arrojar la primera piedra, es lo que nos vuelve compasivos y misericordiosos con los demás. Cuando creemos que Dios debe amarnos porque somos buenos su amor deja de ser gratuito y se convierte en algo debido. Cuando perdemos nuestra conciencia de «nada» ante Él, su amor deja de ser incondicional y se convierte en premio de los buenos. Quien piense así difícilmente será misericordioso con los demás porque se pondrá como medida de todas las cosas y juzgará a los demás. Ya lo dijo Jesús al contar aquella parábola a Simón el fariseo; «a una persona a quien se le perdona poco demuestra poco amor» (Lc 7, 47). El cura de Ars fue un hombre consiente de sus miserias y del amor de Dios, por eso hoy es ejemplo de misericordia y compasión.

Fuente: nsdelosmilagros.com.ar

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