Ídolos

Jesús en el desierto es tentado 3 veces por Satanás. En una de esas tentaciones, la condición del diablo era: ‘si me adoras… te doy todo esto’. Hoy esa tentación se renueva en nuestras vidas con otros nombres: ¿qué cosas a veces sentimos que el mundo nos empuja a ‘adorar’ a cambio de algo que anhelamos mucho?

Le dijo el diablo, mostrándole el mundo entero: «Todo esto será tuyo si postrándote, me adoras». Es un precio tolerable, ¿no? Una pequeña reverencia, un acto insignificante de sumisión. Solo tendrás que vivir a la sombra de un ídolo. Como tantos otros…

Hoy los ídolos son personajes o dinámicas que también prometen felicidad, poder, prestigio y triunfo. Se llaman de otras formas: culto al cuerpo, al dinero, a la diversión, a la tecnología, al ego…

Realidades, todas ellas, que son parte de la vida, y que de alguna manera hay que cuidar, pero que si se absolutizan terminan convirtiéndose en cadenas, además de cerrarnos la puerta a otras realidades acaso más importantes. La sumisión que se propone a Jesús es, en realidad, una forma de esclavitud.

Más sutil, y envuelta con el disfraz del triunfo: «Todo esto será tuyo». Porque, como ya hace mucho le decía Ignacio de Loyola a Francisco Javier: «¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo si pierde su alma?» Y esa sigue siendo, de algún modo, una encrucijada en la que hoy es necesario detenernos.

¿A qué o a quién consagrar la propia vida, sabiendo que nuestro tiempo es limitado? ¿En qué verdad creer, y sobre qué suelo trazar el propio camino, para llegar, al fin, a algún sitio? ¿Cómo no quedar entrampados en el espejismo de esos ídolos que, prometiéndolo todo, terminan encadenándonos a una celda insuficiente?

 Fuente: Pastoral SJ

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