Nuevos rumbos, un mismo camino: Tomás Bradley SJ

Con este título queremos compartir con ustedes las primeras impresiones de aquellos compañeros que reciben un nuevo destino para seguir colaborando en la misión de Cristo, con una nueva tarea o en un lugar diferente al que estaban.

  Los invitamos a conocer la perspectiva con la que perciben su tarea y los desafíos que reconocen para este tiempo de novedad, un modo también de acompañarlos en la misión compartida.

 Tomás Bradley sj, párroco en Tacuarembó, fue nombrado Delegado para Parroquias y Templos

“Al recibir la propuesta del P. Provincial de ayudar en el sector de parroquias y templos, sé que hay mucho camino recorrido. Sobre todo teniendo en cuenta lo que cada parroquia y templo ha realizado como proceso del lugar. El encuentro del año anterior nos encontró con muchos deseos y un fraterno compartir.

 Los pasos que nos planteamos de integrar a los laicos en nuestros encuentros, nos van a dar una perspectiva nueva con varias facetas que ellos pueden aportar. Y al mismo tiempo, nosotros, como jesuitas podemos brindarles mucho de lo nuestro que también enriquece las obras ya que en estos encuentros compartimos, quizá más íntimamente.

Concretizar en la realidad de cada lugar y que cada lugar, aporte la encarnación específica de  los modos, los problemas, los sueños, y las gracias que Dios va regalando, nos va a dar una linda variedad que nos va a enriquecer a todos.

           Me parece que los objetivos los tenemos que encontrar entre todos. Yo sólo aspiro a ayudar a crear el ámbito de encuentro para que ello se dé.  Es poner los medios. Como Ignacio nos invita en los Ejercicios Espirituales, a poner la realidad de la meditación, los tiempos, el proceso planteado, y Él hará la obra.

Nuestras parroquias y templos están insertas en realidades muy ricas de historia, de modos diferentes, y tienen el desafío de tener las puertas bien abiertas que acogen y que salen a los que desean encontrarse con Cristo más a fondo. Aunque no lo sepan.

La experiencia que viví en los años de Mendoza con el acercamiento de la gente en situación de calle al darse por parte nuestra el “haber ido hacia su realidad”, fue de una riqueza incalculable. Que alguien que dormía en la calle y que sufría de alcoholismo me dijera la noche de Navidad, a las 4 de la mañana que podía irse a dormir sin tomar esa noche porque la había pasado muy bien, fue un testimonio gigante de una comunidad concreta que acoge al salir. Que combina ir y recibir a gente real y concreta que necesita de Dios y de personas que lo reciban como Él, que nos busca y recibe a todos nosotros. Es el motivo de nuestra vocación. Hoy vivo esto, con la realidad del candombe, con la realidad de los criollos charrúas.

Espero que este tejido nos haga “herramienta más dócil al Espíritu que desea llegar a los corazones que no lo conocen”. No hay más. ¡Y no es poca cosa!”

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