Nuevos rumbos, un mismo camino… Rafael Stratta SJ

Con este título queremos compartir con ustedes las primeras impresiones de aquellos compañeros que reciben un nuevo destino para seguir colaborando en la misión de Cristo, con una nueva tarea o en un lugar diferente al que estaban.

Los invitamos a conocer la perspectiva con la que perciben su tarea y los desafíos que reconocen para este tiempo de novedad, un modo también de acompañarlos en la misión compartida.

Rafael Stratta SJ ha sido nombrado director del Centro Manresa

Hace unos pocos días he recibido la misión de coordinar las actividades de nuestro Centro Manresa de pastoral juvenil y vocacional en Córdoba. El destino lo recibí con la misma sorpresa que entusiasmo: mucho. Si bien el vivir en Córdoba de alguna u otra manera me había puesto en contacto con las actividades del Centro, al internalizarme de su funcionamiento quedé muy bien impresionado de la cantidad de cosas que suceden en ese lugar: apostolados varios, voluntariados, ejercicios espirituales, acompañamiento espiritual, formación, espacios de oración y animación litúrgica… y la lista podría seguir. Lo más sorprendente de todo esto, y que agradezco mucho a quienes posibilitaron esto, es que los espacios están muy bien asumidos por los jóvenes y uno sólo necesita acompañar el andar.

Esto último, justamente, es lo que se me ha encomendado: ayudar a que todos los que formamos parte de Manresa podamos seguir caminando con responsabilidad y creatividad, abriendo las puertas y “acompañando a los jóvenes de Córdoba en la creación de un futuro esperanzador”, parafraseando a las prioridades apostólicas universales de la Compañía de Jesús. Espero ayudar en esto aportando la invitación a la profundidad -conocimiento interno de Jesús- para servir mejor en las márgenes sociales y existenciales de nuestro entorno. Creo que la espiritualidad ignaciana es una herramienta que puede ser muy útil para dar buenas raíces a la “cultura juvenil” ayudando a que los jóvenes puedan encontrar donde amar y servir mejor desde las opciones de vida que se van fraguando entre los 20 y 30 años.

En este tiempo de transición de la dirección del Centro, mi dedicación está puesta en el escuchar y compartir la marcha y las experiencias de este tiempo para conocer y confirmar las marcas evangélicas de lo que hacemos. Desde aquí creo que se podrán dar pasos de crecimiento en un a medida que vayamos descubriendo los lugares de “desesperanza” que se presentan a los jóvenes y desde donde el Señor llama.

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