¿Qué tipo de Persona buscan los Electores?

Comenzaron las ‘murmutatio’

El lunes pasado, los 212 electores comenzaron la denominada «murmuratio», una práctica antigua y una etapa clave del proceso de elección. «La «murmuratio» consiste en cuatro días de reflexión y recopilación de información, cara a cara, de dos en dos. A cada elector se le permite preguntar a cualquier otro información sobre otros miembros de la Compañía que podrían ser aptos para el rol de general», explicó el padre Patrick Mulemi, de Zambia, encargado de prensa de los jesuitas. «Este mecanismo elimina el peligro de crear lobby. Ningún jesuita puede presentar a alguien que le gustaría que fuera su líder, y menos que menos, a sí mismo», agregó.

La práctica de la «murmuratio» fue creada por San Ignacio, que junto a sus compañeros fundó la Compañía de Jesús en 1540. En la constitución de los jesuitas, San Ignacio le encargó a sus hombres el uso de un período de cuatro días para «buscar iluminación de parte de aquellos capaces de dar buena información» sobre «quien, en la Compañía, podría ser el más apto» para el cargo.

Los cuatro días de «murmuratio» culminarán el viernes con la elección del nuevo superior general, que será el número 31° de la Compañía en sus 476 años de historia. En una sesión formal, primero habrá una exhortación, luego una oración y después los delegados se levantarán uno por uno para jurar solemnemente con la Biblia y el crucifijo que elegirán al mejor.

Perfil del Padre General

El Prepósito General “debe ser de los más señalados en toda virtud, y de más méritos en la Compañía y más a la larga conocido por tal” [Co 735]. Más que las excelencias técnicas de una persona, se apunta a las cualidades más profundas de su mente y de su corazón, lo que Ignacio llama “virtudes”. Lo que él quiere para dirigir la Compañía de Jesús no es un mero experto, sino una clase determinada de persona, alguien que pueda dirigirnos sobre todo con su ejemplo, que sea “un espejo y dechado” para todos nosotros. Lo que quiere, sobre todo, es que sea un buen jesuita.

En terminología contemporánea, podríamos expresarlo así: Sobre todo, el P. General tiene que ser una persona de profundidad espiritual, de amistad con Dios en la oración, en la acción y en sus relaciones humanas. Con libertad de corazón, para que lidere con un amor humilde, justo y valiente. Que sea una persona de iniciativa y perseverancia en el bien, mostrando siempre magnanimidad cuando se enfrente al éxito o al fracaso. Con cuidado de su salud y de su apariencia. Que en el espíritu, alma y cuerpo viva el magis con un corazón grande, abierto a Dios y a los demás.

Un retrato así puede parecer tan exigente que no hay forma de encontrar a nadie que se acerque mínimamente a él. El mismo Ignacio parece que fue consciente de este problema. Por eso añadió en el mismo párrafo un criterio último recogiendo tres únicas cualidades imprescindibles: “Y si alguna de las partes arriba dichas faltasen, a lo menos no falte bondad mucha y amor a la Compañía y buen juicio acompañado de buenas letras”. En otras palabras, lo esencial es el tríptico de un carácter sano, un profundo amor a la Compañía, y un culto bien sentido

Fuentes: gc36.org y lanacion.com.ar

Imagen: gc36.org

 

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