Una encíclica para todos los hermanos y hermanas

«Hermanos todos» es el título que el Papa ha establecido para su nueva encíclica dedicada, como leemos en el subtítulo, a la «fraternidad» y a la «amistad social». El título original en italiano permanecerá como tal -y por lo tanto no será traducido- en todos los idiomas en los que el documento será distribuido. Como es bien sabido, las primeras palabras de la nueva «carta circular» (este es el significado de la palabra «encíclica») están inspiradas en el gran Santo de Asís cuyo nombre eligió el Papa Francisco.

A la espera de conocer el contenido de este mensaje, que el Papa Francisco pretende dirigir a toda la humanidad y que firmará el próximo 3 de octubre en Asís, en los últimos días hemos asistido a discusiones sobre el único dato disponible, a saber, el título y su significado. Como es una cita de San Francisco (que se encuentra en las Admoniciones, 6, 1: FF 155), el Papa no la ha cambiado. Pero sería absurdo pensar que el título, en su formulación, contiene alguna intención de excluir de los destinatarios a más de la mitad de los seres humanos, a saber, las mujeres.

Por el contrario, Francisco eligió las palabras del santo de Asís para inaugurar una reflexión que le interesa mucho sobre la fraternidad y la amistad social y, por lo tanto, tiene la intención de dirigirse a todas sus hermanas y hermanos, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que pueblan la tierra. A todos, de una manera inclusiva y nunca exclusiva. Vivimos en una época marcada por la guerra, la pobreza, la migración, el cambio climático, la crisis económica, la pandemia: reconocernos a nosotros mismos como hermanos y hermanas, reconocer en quiénes nos encontramos un hermano y una hermana; y para los cristianos, reconocer en el otro quién sufre el rostro de Jesús; es una forma de reafirmar la irreductible dignidad de todo ser humano creado a imagen de Dios. Y es también una manera de recordarnos que de las dificultades actuales nunca podremos salir solos, uno contra otro, Norte contra Sur, rico contra pobre. O separados por cualquier otra diferencia de exclusión.

El pasado 27 de marzo, en medio de la pandemia, el Obispo de Roma rezó por la salvación de todos en una vacía plaza de San Pedro, bajo una lluvia torrencial, acompañado sólo por la mirada dolorosa del Crucifijo de San Marcelo y la mirada amorosa de Maria Salus Populi Romani. «Con la tormenta -dijo Francesco- se ha caído el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros ‘egos’ siempre preocupados por nuestra propia imagen, y se ha descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos escapar: la pertenencia como hermanos». El tema central de la carta papal es esta «bendita pertenencia común» que nos hace hermanos y hermanas.

La fraternidad y la amistad social, los temas indicados en el subtítulo, indican lo que une a hombres y mujeres, un afecto que se establece entre personas que no son parientes de sangre y que se expresa a través de actos de benevolencia, con formas de ayuda y acciones generosas en tiempos de necesidad. Un afecto desinteresado hacia otros seres humanos, sin importar la diferencia y la pertenencia. Por esta razón no hay posibles malentendidos o lecturas parciales del mensaje universal e inclusivo de las palabras «Hermanos todos».

Fuente: www.vaticannews.va

Para la CVX mundial: nuevo acompañante en un nuevo contexto

El P. General Arturo Sosa SJ, ha nombrado al P. José de Pablo SJ, como Vice-Asistente Eclesiástico Mundial de la CVX (Comunidad de Vida Cristiana). Este movimiento laico está presente en 76 países participando en la práctica y difusión de la espiritualidad ignaciana en la vida diaria. Aunque es una organización independiente de las estructuras de funcionamiento y gobierno de la Compañía de Jesús, tiene como Asistente Eclesiástico al Superior General.

Después de un largo período de diálogo y reflexión, el Padre General ha pedido a José de Pablo, jesuita español, que sea Vice-Asistente Eclesiástico Mundial. No residirá en la Curia, como ha sido el caso de algunos de sus predecesores, sino que seguirá operando desde el Centro de Espiritualidad de la Cova de Sant Ignasi en Manresa, en España.

En un comunicado emitido el 28 de julio, la Secretaría Mundial de la CVX expresa que la principal tarea del Vice-Asistente será acompañar al Consejo Ejecutivo Mundial en sus procesos de discernimiento y toma de decisiones. Participará, normalmente a distancia, en las reuniones del Consejo Ejecutivo y tendrá la oportunidad de visitar comunidades en diversos países, en lo posible junto con miembros del Consejo.

El comunicado presenta bien, en unas pocas líneas, el nuevo contexto que ha contribuido a la reflexión sobre el papel del Asistente Eclesiástico. “Estamos, todos, viviendo un tiempo nuevo, en el que estamos convencidos que puede ayudarnos a crecer por una parte como movimiento laical e ignaciano, y, por otra, en nuestra colaboración de vida-misión con la Compañía de Jesús, con la que queremos continuar trabajando y conociendo mejor el desarrollo de la misma. Este nuevo tiempo implica nuevos desafíos, aprendizajes y la búsqueda de nuevas vías de colaboración.”

Y la conclusión dice: “Ante esta nueva forma de colaboración, se nos invita a repensarnos. Poner nuestras habilidades al servicio de la construcción de este nuevo tiempo. Requerirá de todos, oración, escucha, diálogo, apertura. Ponemos en manos del Señor de la Vida este nuevo paso (…) para colaborar mejor en su misión.”

José de Pablo comparte brevemente sobre su tarea de acompañar a la CVX:

“Alegría y apertura interior, éste es el sentimiento que tuve cuando el Padre General me dio esta nueva misión. Mi contacto con la comunidad CVX ha sido relativamente limitado en el pasado, pero siempre he estimado que la CVX es un buen medio para vivir en mutua comunión la Espiritualidad Ignaciana.

Mi verdadera inmersión con CVX fue durante la Asamblea Mundial en Buenos Aires (2018). Mi misión en aquella asamblea se parece mucho a la que me gustaría desarrollar ahora. La clave está en acompañar, facilitar, hacer posible la conversación espiritual y el discernimiento, ayudar a que cada persona o comunidad pueda descubrir y alcanzar lo que delante de Dios le hace más feliz y completa. Esto es una labor de equipo, de oración, de colaboración y de caminar juntos. Por eso, siento que se complementa muy bien con mi vivir y trabajar en el Centro de Espiritualidad de Manresa. Aquí está la cuna de los Ejercicios Espirituales y es un punto de encuentro para todos los que vivimos la Espiritualidad de San Ignacio.”

Fuente: www.jesuits.global

Uruguay: La pastoral bajo una “nueva normalidad”

La Iglesia en Uruguay ha abierto las celebraciones a la participación presencial de fieles. Una nueva normalidad: barbijos, alcohol en gel, bancos señalizados y ventilación de ambientes son algunos de los cambios.

Por Sebastián Sansón Ferrari – Colaborador de Vatican News

Misa de domingo a la tarde: al llegar el momento del gesto de la paz, una chica saluda a otra con el codo. Desde uno de los últimos bancos del templo otra persona sonríe por debajo del tapabocas. Este es uno de los signos de la “nueva normalidad” eclesial en Uruguay, un país que ha sido reconocido por su eficiente gestión de la pandemia de Covid-19. A esto se suma el ya habitual uso de mascarillas, la aplicación de alcohol gel, el aireamiento de los locales y la clara señalización de los puestos asignados dentro de los templos.

Tras un diálogo fluido entre la Iglesia católica y el gobierno nacional, el 19 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, se retomaron las celebraciones con la participación de fieles. El protocolo elaborado por la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU), y avalado por el Ministerio de Salud Pública, determinó las medidas a aplicar. La primera fase fue la más restrictiva: las liturgias no podían durar más de 45 minutos, el aforo permitido era de un tercio del total de personas que entraban sentadas y no se autorizó más de una misa por día en cada parroquia o capilla.

El 1 de septiembre empezó la segunda fase que, según el comunicado del episcopado uruguayo, manteniendo todas las medidas de protección del protocolo original, introdujo tres cambios. En primer lugar, se admitieron dos celebraciones en el mismo espacio durante el día, bajo la condición de que haya siete horas de diferencia entre ellas y que el lugar sea desinfectado. En segundo lugar, la duración de las liturgias ahora puede llegar a los 60 minutos. Por último, se exhortó a que, dentro de las posibilidades de cada sitio, se realicen celebraciones al aire libre para aumentar el número de participantes y preservar las normas sanitarias.

Para respetar los cupos, las parroquias adoptaron distintas modalidades como, por ejemplo, anotarse directamente en la entrada del templo, reservar un lugar a través de una aplicación digital o inscribirse por medio de la secretaría parroquial.

El balance del episcopado uruguayo

El secretario general y portavoz de la CEU, monseñor Milton Tróccoli, obispo de la diócesis de Maldonado-Punta del Este-Minas, valora positivamente este periodo como un tiempo de recuperación de la actividad pastoral.

“El tener que suspender muchas actividades y, sobre todo, la misa con presencia física de fieles fue un gran dolor, aunque también fue un tiempo de creatividad y de buscar otras formas de comunicación con la comunidad de los fieles. A partir del comienzo de las celebraciones litúrgicas también se comenzaron a dar pasos para retomar, con los debidos cuidados, otras actividades pastorales, sobre todo las catequesis de niños, adolescentes y jóvenes. Vemos importante que no se pierda el sentido comunitario de la fe y su vivencia, especialmente en los sacramentos. Igualmente, que la comunión espiritual no deje de lado la comunión con el Cuerpo de Cristo en la hostia consagrada”, comenta el obispo.

Respecto de la respuesta de la feligresía, el pastor la considera muy buena, ya que ve una participación activa tanto en los momentos de las celebraciones transmitidas por medios digitales, como ahora, cuando se puede asistir presencialmente. Además, explica que progresivamente han sido más fieles los que se han acercado nuevamente a celebrar su fe y también a varias actividades que se pueden realizar cumpliendo con los protocolos establecidos. “Ha sido un gran consuelo este tiempo el desarrollo de lo que podemos llamar ‘el Evangelio de la caridad’. Se ha multiplicado la ayuda en alimentos y ropa que reciben las parroquias y capillas, así como los grupos -sobre todo de jóvenes- que salen a repartir canastas de alimentos y ropa a los más necesitados. Lamentablemente, se ha multiplicado también la demanda, signo de otras consecuencias de esta pandemia, que no son sólo sanitarias”, detalla monseñor Tróccoli.

Desafíos que persisten

Pese a estos avances en el retomar una normalidad relativa de la vida litúrgica y pastoral, el portavoz de la CEU asegura que aún quedan desafíos pendientes, como reforzar el sentido comunitario de la vivencia de la fe y también que no se pierda la creatividad que se ha desarrollado en este tiempo. “La utilización de las redes sociales para acortar distancias y favorecer encuentros es algo que tenemos que seguir desarrollando”, exhorta. Además, reconoce que habrá que seguir empeñándose en el cuidado y la preparación de la celebraciones litúrgicas, para que los que participan puedan sentirse fortalecidos y edificados en su fe, porque asegura que “para muchos, hoy es el único momento comunitario para seguir fortaleciendo su fe en comunión con sus hermanos”.

Recursos para el Mes del Migrante y Refugiado

La Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes (CEMI) puso a disposición una serie de recursos para desarrollar iniciativas y actividades durante septiembre, Mes del Migrante y del Refugiado.

El organismo episcopal que preside monseñor Hugo Manuel Salaberry SJ, obispo de Azul, recordó que el domingo 27 de septiembre en la Argentina se celebrará el Día del Migrante y del Refugiado, con el lema “Como Jesucristo, obligados a huir”.

“Esta jornada nos invita como comunidad eclesial, a formar una verdadera familia con quienes en el mundo de hoy, caminan entre la desesperación de un futuro imposible de construir y el deseo de una vida mejor”, subrayó en la convocatoria.

La Comisión, invitó a dar relevancia a estas propuestas inclusivas y detalló los recursos que puso a disposición:

– Un afiche alusivo al Día del Migrante y del Refugiado.

– Una propuesta litúrgica, útil para esta celebración.

– El Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2020.

– El link al vídeo “Como Jesucristo, obligados a huir: compartir para crecer”.

Podés conocer más sobre esta iniciativa en: www.cemi.org.ar

Fuente: aica.org

Reflexión del Evangelio – Domingo 13 de septiembre

Evangelio según San Mateo 18,21-35.

Se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: «Señor, dame un plazo y te pagaré todo».
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’.
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’.
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?’.
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos».

Reflexión por Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

Cuando las 220 familias de las comunidades de Bojayá, Vigía del Fuerte y otros pueblos del Chocó y Antioquia, a orillas del río Atrato regresaron a sus viviendas, después de la masacre que perpetró la guerrilla de las FARC en medio de ellos, todo el pueblo colombiano quedó admirado de la dignidad de este pueblo. El 2 de mayo de 2002 un enfrentamiento entre la guerrilla y los paramilitares ocasionó una de las más graves tragedias ocurridas en la historia de nuestro país: 119 personas murieron, víctimas de un ataque de la guerrilla, mientras estaban refugiadas bajo el amparo del Templo parroquial de Bojayá. Las familias regresaron a su terruño en varias embarcaciones, una de las cuales llevaba el significativo nombre de El Arca de Noé. Como en el relato bíblico, el arco iris de la paz se convirtió en señal de la alianza de Dios con su pueblo. Pero no todo estaba solucionado. Al regresar, seguía habiendo presencia de la guerrilla y de los paramilitares en la región. Sin embargo, la gente no quería seguir desplazada y regresaron con las pobres garantías que les ofreció el gobierno.

Serafina, una de las señoras que regresó a Bojayá junto con su familia, comentaba: “Me gustó lo de las coplas y las pancartas. Pero la música no. Yo siento que todavía estamos de luto. (…) La familia no la hace la sangre sino la gente que vive con uno. A mí se me murió un primo, pero también casi 70 amigos y vecinos”. No estaban para fiestas ni celebraciones. La memoria de los muertos sigue viva en medio de este pueblo.

Junto a esta realidad, a nivel mundial recordamos en estos días la tragedia que vivió el pueblo norteamericano, y el mundo entero, en el año 2001, lo mismo que las represalias que esta acción terrorista produjo hacia el pueblo afgano y el mundo árabe. Recordamos el golpe militar en Chile, y el asesinato de su presidente, Salvador Allende hace ya 47 años. El dolor sufrido por los pueblos del mundo es tanto, que no podemos sino preguntarnos: ¿Cómo decirle a estas gentes de Bojayá, de Chile, de Afganistán, de la Torres de Nueva York, de Irak, de Palestina… y de tantas otras partes, que no deben perdonar siete veces, sino setenta veces siete? ¿Cómo explicar a una persona que ha sido maltratada o que ha perdido a sus seres queridos, que Jesús nos invita a perdonar como él nos perdona? ¿Perdonar es olvidar?

Aprender a perdonarse a sí mismo y dejarse perdonar es un artículo escrito por el P. Juan Masiá Clavel, S.J. y publicado en un libro que lleva por título “14 aprendizajes vitales”, de la colección Serendipity Maior. En este artículo el P. Masiá afirma que en toda experiencia humana en la que ha habido una herida de alguien hacia su prójimo, existen dos víctimas: la persona agredida y la persona agresora: “La víctima no es solamente la otra persona a la que yo he herido, sino yo mismo. Al hacer mal a otra persona, me he perjudicado a mí mismo”.

Desde esta perspectiva, la parábola que Jesús nos cuenta este domingo nos invita a colocarnos de ambos lados de la experiencia: a veces somos personas perdonadas, pero no sanadas… el perdón de Dios y de los demás no nos garantiza que después nos hagamos capaces de misericordia y compasión. Otras veces herimos y somos heridos cuando herimos. La víctima no es sólo el que es lastimado; también el agresor es víctima que hay que salvar. Esto es, precisamente, lo que Jesús quiere que sus discípulos entiendan y vivan con el milagro del perdón.

Fuente: jesuitas.lat

 

 

Laudato Sí: la unión entre franciscanos y jesuitas que misionan en Brasil

La encíclica Laudato Si, publicada hace cinco años, podemos decir que marcó un antes y un después en la toma de conciencia sobre la necesidad de cuidar nuestro planeta, de nuestra Casa Común. Esa dinámica, asumida también fuera de la Iglesia, inclusive por quienes practican otras religiones y por gente que no asume la fe un la divinidad como algo propio, recibió un nuevo impulso con el Sínodo para la Amazonía, cuyas reflexiones fueron recogidas en el Documento Final del Sínodo para la Amazonía y en la exhortación postsinodal Querida Amazonía.

Inspirados en esa dinámica, los franciscanos y jesuitas que realizan su misión en Brasil decidieron unirse para emprender reflexiones y acciones encaminadas a la lucha por la justicia socioambiental, contra toda forma de explotación y desigualdad socioeconómica, contra toda expresión de racismo y en defensa de los pueblos indígenas y la democracia. Esta idea ha sido dada a conocer al inicio del «Tiempo de la Creación», que del 1 de septiembre al 4 de octubre pretende hacer ver a los católicos que el cuidado de la Casa Común es un elemento inseparable de la fe en el Dios Creador.

Como ellos mismo informan, la unión de franciscanos y jesuitas forma parte de un movimiento internacional – la «Revolución Laudato Si» – y tiene un gran simbolismo, porque reúne los carismas y las fuerzas de sus dos grandes santos fundadores – Francisco e Ignacio – que se reflejan en la imagen del Papa Francisco, que personifica a los dos como un jesuita que elige el nombre de Francisco. No podemos olvidar que quien estaba sentado al lado del cardenal Bergoglio en el cónclave en que se convirtió en el Papa Francisco, fue el franciscano Claudio Hummes, quien le dijo que no se olvidase de los pobres, y que como presidente de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, como relator del Sínodo para la Amazonía y como presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía – CEAMA, ha tenido un papel de extrema relevancia en todo lo que hace referencia a la dimensión ecológica en la vida de la Iglesia católica.

Los jesuitas y franciscanos, con esta unión, proponen una «revolución» que incorpora un profundo cambio de paradigma en la relación con la tierra, nuestra «casa común»; en defensa de los pobres y excluidos, concibiéndolos como interlocutores y no sólo como destinatarios; en defensa de los pueblos indígenas y otras minorías; y, finalmente, en defensa de la democracia y contra todo tipo de autoritarismo. Podríamos decir que estos son los objetivos fundamentales de algo que, por la gran presencia de la Compañía y de la familia franciscana en todos los rincones del país, puede revolucionar la vida eclesial en Brasil.

Los detalles de este nuevo camino serán conocidos con mayor profundidad en un webinar que tendrá lugar el 30 de septiembre, a las 20 horas, horario de Brasilia, con la presencia del teólogo Leonardo Boff y la teóloga María Clara Bingemer, que presentarán, basados respectivamente en la espiritualidad franciscana e ignaciana, los fundamentos inspiradores de este encuentro simbólico entre las dos tradiciones. La mediación será la de la antropóloga Moema Miranda, asesora de la Comisión Especial de Ecología Integral y Minería de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil – CNBB, y de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM-Brasil. Las inscripciones se pueden hacer en la página de facebook: http://facebook.com/revolucaolsbrasil

Para los creadores de la unión entre franciscanos y jesuitas, la «Revolución Laúdica Sí» está alineada en dos caminos movidos por dos espiritualidades intensamente convergentes. «Desde el Santo de Asís y el Santo de Loyola, hasta el día de hoy, hay algo muy profundo que interconecta estos dos caminos y las prácticas inherentes a ellos, en un enriquecimiento mutuo natural. La familia ignaciana y la familia franciscana se sienten unidas, especialmente en el cuidado de los dones de la creación, la casa común y la construcción de relaciones justas y respetuosas», explican.

A la cabeza de la organización de la Revolución de Laudato Si Brasil se encuentran el Servicio Interfranciscano de Justicia, Paz y Ecología de la Conferencia de la Familia Franciscana del Brasil (Sinfrajupe), el Observatorio Luciano Mendes de Almeida (OLMA), organizador de la Red de Justicia Social y Ambiental de los Jesuitas, y el Movimiento Católico Mundial por el Clima. Los socios son MAGIS Brasil y la Facultad Jesuita de Filosofía y Teología (FAJE).

En la Carta en la que explican el significado y los objetivos de la unión entre las dos fuerzas, los idealizadores afirman: «Muchos elementos poderosos nos unen. Los franciscanos y los jesuitas tienen una historia en común, son cómplices de una alianza declarada con los pobres, con los desposeídos de nuestra sociedad, con los vulnerables en su dignidad. Para nosotros, franciscanos y jesuitas, no hay Revolución sin combatir los pilares que estructuran las desigualdades de nuestra sociedad, no hay Revolución lejos de la defensa de la verdadera democracia, no hay Revolución sin caminar con los pobres y perseguidos”.

Esta iniciativa cobra especial importancia dentro de la actual realidad brasileña, marcada por los ataques constantes al medio ambiente y a quienes se empeñan en su cuidado, promoviendo formas de vida alternativas y respetuosas, buscando otros estilos de vida, generando economías solidarias, sostenibles e integrales, así como muchos procesos de resistencia y lucha popular contra el modelo consumista y neoliberal, por el que ha apostado decididamente el actual gobierno brasileño.

La Revolución Laudato Si puede ser un instrumento de gran valor, que ayude a construir relaciones justas con los demás y con los dones de la Creación, teniendo como fundamento la valentía de Francisco de Asís e Ignacio de Loyola. Desde su testimonio de vida y su espiritualidad, los jesuitas y franciscanos quieren: ¡Que Cristo, nuestro Hermano Mayor y Compañero, ilumine nuestros caminos y nos haga crecer en el amor, la fe y la esperanza! Que sintamos a Dios en todas las cosas en profundidad y seamos constructores permanentes de paz y bien.

 

Fuente: religiondigital.org

Pausa Ignaciana: Nuestras “cosas-sentidas”

Juan Pablo Espinosa, teólogo chileno, presenta una reflexión en torno al contexto actual a causa de la pandemia, rescatando lo valioso de las llamadas «cosas-sentidas» y lo sagrado de la vida cotidiana. Una mirada que invita a volver a abrazar el calor humano y valorar los gestos cotidianos.

Por Juan Pablo Espinosa

Byung-Chul Han en su obra La desaparición de los rituales indica que la vida humana se compone de una estructura simbólica. La palabra símbolo significa aquella cosa que unida a otra generan un sentido de pertenencia e identidad. El símbolo se utilizaba en la tradición de partir de una tablilla por la mitad y entregar una de esas mitades a otra persona. Cuando nos reencontráramos con esa persona podríamos unir nuestras mitades de la tablilla y poder volver a unificarla. Lo simbólico, con ello, se opone a lo diabólico como argumenta Leonardo Boff en su obra Los sacramentos de la vida. Lo simbólico une, lo diabólico separa. Desde este foco teórico, quisiera invitarles a pensar en nuestras “cosas-sentidas”.

¿Qué quiere expresar esta categoría? A groso modo, indica aquella cualidad que es puesta sobre los objetos cuando son regalados, cuando son especiales para nosotros, cuando nos los han transmitido de generación en generación. Me explico con un ejemplo: una persona ha recibido un reloj, el cual a su vez perteneció a su padre quien lo recibió, a su vez, de su padre y éste de su padre. Ese reloj, aunque posee forma y sentido de reloj (en cuanto capacidad de indicar el tiempo), se convirtió – con el traspaso de mano en mano – en una cosa-sentida. Ya no es “cualquier” reloj, sino que viene “cargado” con una historia particular, con un juego de sentimientos y experiencias propias, con una lectura del tiempo particular. No es “cualquier” reloj, sino que es “ese reloj”. Las cosas-sentidas asumen, en parte, una dimensión sagrada, es decir, “separada”, única, venerada. Las cosas-sentidas tienen la particularidad de cuidarse con más esmero que otro objeto. Como alguien una vez me dijo: el regalo es siempre la persona. Cuando yo doy el objeto, por un fenómeno que escapa de la lógica acumulativa y productiva del dinero y de sus formas, yo termino dándome en el objeto. El dar se opone resistentemente al vender. En el dar no obtengo ganancia económica. En el vender, en cambio, busco un beneficio. Las cosas-sentidas, las auténticas cosas-sentidas, se dan, nunca se venden. Es como el tiempo. Yo no puedo vender mi tiempo, sino que lo doy, lo ofrezco. Las cosas-sentidas incluso rozan con la lógica de la eucaristía en cuanto ofrenda de amor.

Las cosas-sentidas son una fuente de pequeñas alegrías cotidianas, utilizando la expresión de Marc Augé. Al tomar las cosas-sentidas podemos, en un ejercicio de búsqueda interior, reencontrarnos con las personas que fueron las manos que permitieron que dichos objetos llegaran hasta nosotros. Las cosas-sentidas, queridos amigos, nos conectan una historia más larga. En tiempos donde olvidamos (y donde nos hacen olvidar) nuestra tradición, nuestros rituales, nuestras formas de vinculación más básicas, entrar en la lógica de las cosas-sentidas es vivir una profunda resistencia contra lo desechable. Las cosas-sentidas que pueblan nuestra vida no son desechables, no tienen la caducidad programada de los actuales artefactos. Son, más bien, ventanas al espacio eterno de la memoria y de la acción de gracias por aquellos y aquellas que forman parte de nuestra vida. Por ello, pienso, que en realidad las cosas-sentidas son eucarísticas en cuanto “acción de gracias” de la vida.

Por ello necesitamos tener nuestras cosas-sentidas cerca de nosotros. Sin ellas, aparece la experiencia del duelo, de ese saber que perdimos algo en concreto. Sin las alegrías de las cosas-sentidas, parafraseando a Marc Augé, terminamos comprendiendo que nuestra vida precisa de esos momentos de humanidad cotidiana. Recupero, en esto, las palabras de este antropólogo francés cuando habla de tomar el café con un amigo (con una persona-sentida): “tomar un café no nos procuraba siempre una satisfacción particularmente intensa, informarnos sobre la actualidad, todavía menos, pero basta vernos privados de esas pequeñas libertades para apreciarlas y, aún más, para echarlas de menos; entonces nuestra reivindicación se vuelve más modesta y esencial a la vez. Como si nos diéramos cuenta de repente que el hilo que enlaza nuestros días y nos ayuda a vivir”.

De alguna manera la época de la pandemia nos ha hecho volver a mirar con mayor detención esas cosas sentidas. Y, mirar con detención, es recuperar lo sagrado de la vida cotidiana, con sus alegrías y tristezas propias, con la multiplicidad de cosas sentidas que no solo ocupan un lugar en el viejo estante del comedor, sino que se encuentran en el armario del corazón. Pienso que quizás, en la pandemia, nos recordamos de desempolvarlas y de volver a tomarlas y sentir ese calor humano que las rodea. Pienso, queridos amigos, que ciertamente las cosas-sentidas nos permiten vivir mejor, con un sentido y una esperanza, la porfiada y resistente esperanza de volver a abrazar a aquellos y aquellas que fueron las manos transportadoras de las cosas-sentidas.

Fuente: jesuitas.cl

La Amazonia: Patrimonio ambiental y misión estratégica – Arturo Sosa, SJ

El 5 de septiembre se celebró “El Día de la Amazonía”. El P. Arturo Sosa aprovechó la ocasión para enviar un mensaje en vídeo a la Provincia de Brasil que vive ahora la “preferencia apostólica por la Amazonia”, que se ha convertido en una misión estratégica para la Provincia.

El Padre General, después de haber subrayado una vez más lo grandes que son los desafíos ligados a la Amazonia y las numerosas amenazas, animó a los jesuitas de Brasil a mantener su compromiso. Los felicitó por los 25 años de presencia original y adaptada en el Amazonas a través del servicio del Equipo Itinerante. Este proyecto, nacido de la fe, de la espiritualidad ignaciana y del deseo de vivir la Iglesia de manera inculturada y ecuménica, es un testimonio de esperanza que los jesuitas, en red y en colaboración con otros, ofrecen al mundo como “guardianes de la creación”.

UCC: Pasión de emprendedores

Marisol Cuadrado es Coordinadora del área de Responsabilidad Social Universitaria de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad Católica de Córdoba. En una nota para la sección «Noticias UCC», comparte sobre las actividades de este año en torno al proyecto bianual de capacitación y  acompañamiento a emprendedores, proyecto con el cual se busca trabajar con los emprendedores en el desarrollo de la sustentabilidad de sus proyectos de negocio, para reforzar y expandir su potencial.

Por Marisol Cuadrado, coordinadora de RSU

Generalmente los negocios surgen para aprovechar una oportunidad de mercado, dando respuesta a una necesidad a través de un producto o un servicio. Pero en muchos casos, también se suma un agregado de pasión, fruto de la personalidad y las convicciones de una o varias personas que orientan y concretan sus sueños y anhelos, convirtiendo a un emprendimiento en el proyecto más grande de su vida. Este tipo de experiencias son las que habitualmente nos encontramos en nuestro Proyecto bianual con vinculación curricular de capacitación y acompañamiento a emprendedores de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración. A través de este programa, emprendedores y estudiantes se benefician con la experiencia del otro.

En ocasiones, se trata de emprendedores poco reconocidos por la sociedad y la economía clásica que, sin embargo, son una realidad de nuestros barrios y comunidades. El componente pasión que acompaña a este tipo de actividad económica, genera muchas respuestas de vida gratificantes, que exceden, por mucho, la mirada economicista. Las motivaciones se convierten en proyectos, los proyectos en historia y la historia se llena de colores.

Pero la vocación para emprender, con el tiempo, requiere de cierto grado de acceso al capital, al financiamiento, al asesoramiento, para asegurar que no se queda en el intento y pueda convertirse en un embrión de empresa que trascienda a su iniciador y sume a más personas en un equipo que haga suyo el impulso emprendedor. Ahí es donde se hace visible el aporte de nuestros profesionales y estudiantes a los emprendimientos.

La pandemia

Ante esta nueva realidad que estamos viviendo por la pandemia, muchos de los emprendedores han podido sostener el don de la innovación y creatividad. Un ejemplo de ello lo demuestra Zulema, de Plenia Style, quien participó de nuestro primer ciclo de capacitación y acompañamiento en el 2016. Ella diseñó y confeccionó tapabocas muy creativos.

Por su parte, los integrantes de la Feria de Emprendedores de Zona Sur, participantes a su vez de la Mesa de la Soberanía Alimentaria han estado presentes dando respuestas y fomentando los valores de confianza; solidaridad y fraternidad. También, generando una red de consumidores responsables que, poniendo en práctica el paradigma de Comercio Justo, facilitan el concretar negocios desde la economía solidaria, superando las condiciones de incertidumbre, inestabilidad, e inseguridad que caracterizan este momento.

Otra experiencia a destacar es la de Marcela Confecciones, también participante en este proyecto. Marcela es vecina de nuestro Campus Universitario y voluntaria en el Banco de Telas de Caritas que realizan compras comunitarias para emprendedoras textiles. “Hoy di un paso más en mis propósitos, coordiné con la doctora del dispensario en la confección de batas y barbijos– cuenta. También surgió otra posibilidad realizando divisorios transparentes en el interior de remis y taxis. No soy tapicera, pero la cuarentena me hizo dar mañas”.

Nuestro Proyecto bianual es un medio para poner en práctica nuestra Pedagogía Ignaciana y practicar la Responsabilidad Social Universitaria. Así, nuestros estudiantes descubren otro paradigma de la economía en el que la cooperación reemplaza a la competencia y la ganancia individual cede el paso al bienestar de las personas y su comunidad, con un impacto en la toda la sociedad. Este proyecto nos facilita el llevar a las aulas las prácticas de la teoría de la Economía Civil, que ha desarrollado el economista Stefano Zamagni, entre otros. Con la construcción del llamado «humanismo civil» es posible pensar en pequeñas acciones que aportan al bien común, contribuyendo además a algunos de los objetivos de Desarrollo Sostenible. También puede ser una oportunidad de reflexionar sobre nuestras opciones de consumo y apoyar las propuestas de la Economía Social, comprando a los emprendedores.

 

Fuente: www.uccor.edu.ar

Presentación del libro “En voz alta, propuestas para una universidad comprometida con su tiempo”

El P. David Fernández, S.J, anterior rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, presentó virtualmente en la sala del Senado Universitario el libro “En voz alta, propuestas para una universidad comprometida con su tiempo”, una extraordinaria colección de escritos que recibió el reconocimiento de académicos, egresados y de empresarios que integran el patronato de la Ibero.

Pedro Padierna Bartning, presidente del FICSAC, Patronato Económico y de Desarrollo de la Universidad Iberoamericana, ofreció unas palabras sobre el P. David en su mensaje de apertura de la presentación editorial.

“El libro En voz alta nace de la idea de recuperar en un manuscrito el pensamiento de un hombre —David Fernández— que con sus obras y sus palabras ha tocado la vida y el alma de muchos seres humanos”.

“Su voz resuena con vehemencia y hasta con urgencia cuando expone con determinación luces y sombras que dan pista de cómo enfrentar los problemas que nos aquejan como sociedad”

“Tuvimos un espacio de diálogo aleccionador y fructífero, partiendo de un mutuo respeto; identificando convergencias y aceptando divergencias. La voz de David Fernández nace de un ejercicio de escuchar abierta y reflexivamente para generar acuerdos en favor de quienes más lo necesitan, pero también siempre buscando la excelencia y superación del ser humano, visión en la que siempre estuvimos alineados”

Para leer y descargar el libro ingresa aquí:«En voz alta»

Fuente: jesuitas.lat