Contemplaciones SJ – El Abrazo

Contemplación del reencuentro entre Jesús y su Madre, a quien San Ignacio presume que es la primera a quien se aparece.

EE.EE 299: La Resurrección de Cristo Nuestro Señor. Primera Aparición.

Primero: Se apareció a la Virgen María. Esto no aparece en la escrituras pero se da por supuesto al decir que se le apareció a tantos. (…)

Por Joaquín Cayetano Tabera SJ

Cae tras el monte de los olivos el sol de este sábado. Debería ser de Fiesta, pero es el más triste de la historia.

Ella, ya sin lágrimas en los ojos está sentada sola. Se ha quedado en esa casa prestada cerca del Templo. La misma en la que,  donde días atrás lo había visto a Él lavar los pies y predicar el Amor. Ahora, el dolor de una espada le atraviesa el corazón.

Su rostro transparenta el dolor que siente. Por su mente desfilan los recuerdos de su niño con su andar tan atípico. Lo recuerda trabajar serenamente cada pieza de madera.  Regresan a su mente las maravillas que había visto obrar a su Hijo, ya adulto. Sigue sin poder creer que Aquél que sólo de Amor y Vida hablaba le fue devuelto muerto. Que fue clavado en una Cruz como si se tratara de un delincuente. Vuelve a llorar

Su dolor es de esos dolores que carcomen por dentro. De esos dolores que no tienen sentido. Que no buscan ser comprendidos ni se intenta entender. Que tampoco se busca que dejen de doler. Porque se sabe que es imposible.

Así está Ella. Los últimos rayos del sol desaparecen dejando aquella pequeña habitación casi en penumbras. Las trompetas de los levitas suenan anunciando el fin del Sábado Santo. Comienzo un nuevo día.

Entre la oscuridad y el ruido de trompetas comienza a sentir que el dolor abandona su corazón. Su impávido rostros de días sin dormir va recuperando su color. La angustiante tristeza que parecía infinita va dando paso a una profunda Paz.

Entonces, aún consternada por el cambio de sus sentimientos, escucha que la llaman en un susurro.

“… Mamá…”

Sus ojos estallan en lágrimas. Se incorpora de inmediato. De su alma y de su boca sale un gemido que dice “mi Jesús”

De pronto parece que la habitación se ha llenado de luz. Una luz que solo su corazón puede percibir. Ahí está Él. Con agujeros en sus manos y en sus pies. Con sus ropas blancas como la nieve más blanca.

Ella lo abraza como quien se abraza a su única esperanza. Él la abraza como quien protege con Amor. “María, mamá, no temas” le dice. Besa su frente… y desaparece.

Ella queda nuevamente sola. Pero ahora es una soledad tan acompañada y llena de sentido, que la oscuridad de esa noche se aparta por su luz.  La luz que le da el saber y el sentir que la vida, para el mundo, recién comienza.

Caminos hacia Dios: la privación

Libres de lo accesorio y disponibles al sentido profundo, entramos en contacto con el otro desde la humanidad compartida y bendecida por Dios.

Por Emmanuel Sicre SJ 

En la mayoría de las culturas religiosas existen momentos purgativos, de limpieza, de lavaje de aquello que es percibido como suciedad interior, como residual y que debe ser arrojado fuera. De ahí que surjan diversos rituales de purificación que ayudan a renovar los canales de encuentro con la divinidad entendida como luz, pureza, energía positiva, libertad. Y así conseguir la paz interior.

En el cristianismo el camino de la privación, del ayuno, de la abstinencia suman un elemento realmente enriquecedor. No nos privamos de algo para quedar más limpios y estar en paz solamente, no ayunamos para engrosar nuestra capacidad de resistir, no hacemos abstinencia para demostrar el poder de nuestra voluntad. Sería narcisista. Todo esto lo hacemos para encontrarnos con Cristo en los demás, en especial, con aquellos que hacen ayuno, abstinencia y son privados del alimento diario a causa de la injusticia. De esta manera, libres de lo accesorio y disponibles al sentido profundo, entramos en contacto con el otro desde la humanidad compartida y bendecida por Dios en el despojo de sabernos llamados a una existencia digna que debe llegar a ser percibida por todos sin excepción.

Fuente: Pastoral SJ

 

 

Semana Santa: El camino de la Esperanza

Esto significa que la Semana Santa es la fiesta de la esperanza, una esperanza de talante espiritual (basada en la fe y en la confianza en Dios) y no psicológico (el rasgo del optimismo).  La Resurrección abre la posibilidad de futuro, y, por ende, la esperanza se torna compromiso.

Por el Padre Tony Mifsud s.j.

 En su primera exhortación apostólica, Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013), el Papa Francisco observa: “Una de las tentaciones más serias que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre.  Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo.  El que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos.  Aun con la dolorosa conciencia de las propias fragilidades, hay que seguir adelante sin declararse vencidos, y recordar lo que el Señor dijo a san Pablo: Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad (2 Co 12,9)” (No 85).

Esta convicción es la que se celebra en Semana Santa.  El Domingo de Pascua da sentido al Viernes Santo.  Es la celebración de la vida en medio de la muerte, porque ésta ya no tiene la última palabra.  En la Resurrección el Padre Dios proclama a la Persona de Jesús de Nazaret como el Cristo de la fe, avalando su vida, sus palabras, su proyecto y sus promesas.  Jesús es el mismo Dios entre nosotros, el Emanuel.  Como afirma san Pablo, si Jesús no hubiese resucitado, entonces vana es nuestra fe, porque Jesús sería una persona extraordinaria, pero nada más.

Lamentablemente, la tradición tiende a identificar la Semana Santa unilateralmente con el dolor y la muerte.  Pero Jesús resucitó y, por ende, lo que se celebra es el triunfo de la vida por sobre la muerte.  Es la fiesta de la esperanza en medio de las situaciones de muerte.

En un primer tiempo, la imagen central de la fe consistía en la figura del Buen Pastor que carga en sus hombros a la oveja perdida.  Pero, en una segunda etapa, esta imagen se cambió con la cruz.  Estrictamente hablando, la cruz sólo representa una dimensión del misterio pascual.  Lo más apropiado sería un Jesús resucitado que sale de la cruz en su camino hacia el Padre.  El dolor del Viernes Santo no se entiende sin el gozo del Domingo de Pascua.

Esto significa que la Semana Santa es la fiesta de la esperanza, una esperanza de talante espiritual (basada en la fe y en la confianza en Dios) y no psicológico (el rasgo del optimismo).  La Resurrección abre la posibilidad de futuro, y, por ende, la esperanza se torna compromiso.  El proyecto de Jesús, proclamado como la Buena Noticia, consiste en la filiación divina que tiene como consecuencia la fraternidad humana.  Al proclamar a Dios como Padre, como Abba (papito), se nos invita a reconocernos como hijos e hijas de Dios, lo cual, a su vez, nos compromete a tratar y hacer de los demás hermanos y hermanas, porque somos hijos e hijas del mismo Padre.  Es la oración del Padre nuestro que nos enseñó el mismo Jesús.

Jesús Frente a Pilato: Propuesta de Oración para el Jueves Santo

Compartimos una ayuda para la oración propuesta por Gonzalo Zarazaga SJ que invita a contemplar los momentos en los que Jesús dialoga con Poncio Pilatos, antes de ser condenado a muerte; narrados en el Evangelio de Juan.

Juan 18, 28-19, 16ª

Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era temprano. Ellos no entraron en el pretorio para evitar contaminarse y poder comer la Pascua.  Pilato salió afuera, a donde estaban, y les preguntó; “¿De qué acusáis a este hombre?”. Le contestaron: “Si este no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado”. Les replicó Pilatos  “Pues tomadlo y juzgadlo según vuestra legislación”. Los judíos le dijeron: “No nos está permitido dar muerte nadie” – Así se cumplió lo que Jesús había dicho sobre la manera en que tenía que morir- . Entró de nuevo Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Jesús respondió: “¿Los dices por tu cuenta o lo han dicho otros de mí?”. Pilato le respondió “¡ni que yo fuera judío! Tu nación y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?”.  Contestó Jesús: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo , mis soldados habrían peleado para que no me entregaran a los judíos. Ahora bien, mi reino no es de aquí”. Le dijo Pilato: “Entonces, ¿tú eres rey?”. Jesús contestó: “Tú lo dices. Yo soy rey: para esto he nacido, para eso he venido al mundo, para atestiguar la verdad. Quien está de parte de la verdad, escucha mi voz”

Le dice Pilato: “¿qué es la verdad?”. Dicho esto, salió de nuevo a donde estaban los judíos y les dijo: “No encuentro en él culpa alguna. Pero es costumbre vuestra que indulte uno por Pascua. ¿Queréis que os indulte al rey de los judíos?”. Volvieron a gritar: “A ese no, a Barrabás”. Barrabás era un asaltante.

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Entonces Pilato se hizo cargo de Jesús y lo mandó azotar. Los soldados entrelazaron  una corona de espinos y se la pusieron en la cabeza; lo revistieron con un manto púrpura, y acercándose  a él le decían: “¡Salve Rey de los judíos!”. Y le daban un bofetón. Salió otra vez Pilato afuera y les dijo: “Mirad, os lo saco para que sepáis que no encuentro culpa alguna en él”. Salió, pues, Jesús afuera, con la corona de espinos y el manto púpura. Pilato les dice: “Aquí tenéis al hombre”.

Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: “¡Crucifícalo, crucifícalo!”. Les dice Pilato: “Tomadlo vosotros y crucificadlo, que yo no encuentro culpa en él.” Le replicaron los judíos: “Nosotros tenemos una ley y según esa ley debe morir porque se ha hecho hijo de Dios”.

Cuando Pilato oyó aquellas palabras, se asustó mucho. Entró en el pretorio y le dijo de nuevo a Jesús: “¿De dónde eres?”. Jesús no le dio respuesta. Le dice Pilato: “¿A mí no me hablas?¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?”. Le contestó Jesús: “No tendrías poder contra mí si no te lo hubiera dado el cielo. Por eso, el que me entrega es más culpable”.

A partir de entonces, Pilato procuró soltarlo, pero los judíos gritaban: “Si sueltas a ese, no eres amigo del César. El que se hace rey va contra el césar”. Al oír aquello, Pilato sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gábbata. Era la víspera de la Pascua, al mediodía. Dice a los judíos: “Ahí tenéis a vuestro rey”. Ellos gritaron: “¡Afuera, afuera, crucifícalo!”. Los sumos sacerdotes contestaron “No tenemos más rey que el Cesar”. Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.

Ayudas para la Oración

1° Leemos con atención el relato del encuentro de Jesús con Pilato.

2° Nos ponemos en presencia de Dios.

Procuramos sentir que nos invita a adentrarnos en el misterio de su persona, de su amor y de su entrega. (…)

3° Composición viendo el lugar.

comenzamos nuestra meditación intentando recrear en nuestro interior los lugares que nos sugiere la narración. De la casa de Caifás, Jesús es llevado al pretorio para comparecer ante Pilato. Todavía está oscuro. El juicio se realiza al amparo de las tinieblas. Los judíos se quedan afuera para no contaminarse y poder celebrar la Pascua. Otra vez la sutil ironía de Juan: los que pretenden permanecer puros para participar de la Pascua son los que se quedan afuera de la Pascua eterna (…)

4° Pedimos acompañar  a Jesús en su Pasión.

Pedimos la gracia de participar personalmente y desde dentro del encuentro con Jesús. (…)

5° Contemplamos a las personas, a los judíos que acusan a Jesús.

Odiaban a los romanos. Detestaban ver la tierra prometida ocupada y gobernada por paganos que nada tenían que ver con el pueblo elegido y la historia de Israel. Les costaba entender los designios de Yavé, que una y otra vez los dejaba en manos de dominadores extranjeros. Con todo, al menos los romanos les permitían practicar el culto y cumplir con sus ritos y costumbres, siempre y cuando pagaran el tributo y no se rebelaran contra las disposiciones romanas y la autoridad del César. Habían alcanzado así un cierto entendimiento y equilibrio que les permitía a los sacerdotes , escribas y fariseos , conservar algo de poder y autoridad frente al resto del pueblo. Desde esa posición veían a Jesús como un advenedizo con pretensiones mesiánicas que venía a cuestionar su autoridad, poniendo en peligro  el delicado equilibrio alcanzado. Ante esa amenaza, habían decidido que era “preferible que uno muriera por el pueblo”. Ello implicaba establecer que era más importante conservar el estado de situación que era escuchar a Jesús. El evangelista destaca la violencia de las pasiones y los intereses en juego: cada vez que pilato sale para hablar con ellos y hacerles recapacitar, los judíos “gritan”, “vociferan”. No quieren hablar ni escuchar.

6° Contemplamos a Pilato.

También está profundamente, aferrado a su poder, dominado por sus intereses y el deseo de conservar el actual estado de cosas. (…)

Pilato cree que todo el problema reside en que Jesús pretende ser el rey de los judíos. Pero se encuentra con que Jesús afirma ser rey a secas, que no es solo un rey más de este mundo, y que incluso la autoridad de Pilatos depende de sus designios. Pilato se siente tan enredado que ya no sabe cómo salir. Jesús le ofrece abrirse a la verdad pero Pilato no la quiere. “¿Qué es la verdad?”, pregunta. En el fondo, no busca la verdad . Huye. No es eso lo que le importa. En seguida se escapa de la mirada de Jesús: “al decir esto, salió nuevamente”. Buscando la salida más fácil, la voluntad de Pilato de hacer, mínimamente lo correcto se resquebraja cada vez más. Se va dejando manipular por las presiones. Finalmente cede creyendo que así se desentiende de un problema de que él no es responsable. Lo “entrega” pero se lava las manos sugiriendo que son los judíos quienes lo matan, cuando en realidad, sólo él tiene la potestad de hacerlo.

7° Contemplamos y escuchamos a Jesús.

El texto no menciona para nada a los discípulos. Probablemente ya ha huído y se han dispersado. En apariencia, Jesús está completamente solo. Pero el lector sabe que el Padre está con él, listo para resucitarlo y coronarlo en la gloria. En contraste con Pilato, Jesús se muestra seguro y firme. En todo momento se muestra sereno. Ya ha decidido frente al Padre lo que tiene que hacer y no duda. (…)

Todo el relato quiere presentar, ante los ojos de quien contempla, la imagen de Jesús como un rey humilde que, sentado sobre una tarima elevada con una corona de espinas y un manto rojo sobre los hombros, viene a inaugurar el nuevo reino de Dios, un reino distinto a todo lo esperado y conocido. En giros lleno de ironía es el mismo Pilato el que hace las  presentaciones . Primero anuncia: “He aquí al hombre”. Los lectores del evangelio saben que detrás de las palabras de Pilato se descubre una gran verdad: Jesús es el hombre nuevo, el nuevo Adán, el Mesías esperado por Israel, el “hijo del hombre” prometido que ya ha llegado del cielo para inaugurar el reino de Dios. Más adelante, cerrando toda la escena, rematará afirmando “Aquí tenéis a vuestro rey”. (…)

8° Terminamos con un coloquio a Jesús.

Podemos darle gracias , por su amor, por su entrega por nosotros. Podemos pedirle sentirlo vivo, presente y resucitado en medio de nosotros. Podemos preguntarle por la verdad, por nuestra verdad. O podemos sencillamente, postrarnos en silencio y adoración ante la imponente imagen de este rey completamente entregado, coronado de espinas , que sólo quiere servir, y que no reconoce otra forma de reinar.

 

Pasión de Jesús – Propuesta de Oración para el Viernes Santo

Compartimos una ayuda para la oración propuesta por Gonzalo Zarazaga SJ que invita a contemplar los últimos momentos de la vida de Jesús, narrados en el Evangelio de Juan.

Juan 19, 16b-42 – Pasión: Crucifixión y muerte de Jesús.

Se lo llevaron y Jesús salió cargando él mismo con al Cruz, hacia un lugar llamado La Calavera, en hebro Gólgota. Allí lo crucificaron con otros dos: uno a cada lado y en medio, Jesús.

Pilato había hecho escribir un letrero y clavarlo en la Cruz. El esrito decía “Jesús, el Nazareno, Rey de los judíos”. Muchos judíos leyeron el letrero estaba escrito en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes dijeron a Pilato: “No escribas: ‘Rey de los judíos’, sino: ‘este ha dicho: Soy el rey de los judíos’”. Pilato contestó: “Lo escrito, escrito está”.

Cuando los solados hubieron crucificado a Jesús, tomaron su ropa y la dividieron en cuatro partes, una para cada soldado; aparte la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida de arriba abajo, de una pieza. Así que se dijeron: “No la rasguemos; vamos a sortearla, para ver quién le toca”. Así se cumplió lo escrito: “Se repartieron mis vestidos y se sortearon mi túnica”. Es lo que hicieron los soldados.

Junto a  la Cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y a la lado al discípulo predilecto, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento, el discípulo la llevó a su casa”.

Después, sabiendo que todo había terminado, para que se cumpliese la escritura, Jesús dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Empaparon una esponja en vinagre, la sujetaron a un hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús tomó el vinagre y dijo: “Todo se ha cumplido”. Dobló la cabeza y entregó el espíritu.

Era la víspera del sábado, el más solemne de todos; los judíos, para que los cadáveres no quedaran en la cruz el sábado, pidieron a pilatos que les quebrasen las piernas y los descolgasen. Fueron los soldados y quebraron las dos piernas a los dos crucificados con él. Al llegar a Jesús, viendo que estaba muerto, no le quebraron las piernas; sino que un soldado le abrió el costado de una lanzada. Al punto brotó sangre y agua.

El que lo vio lo atestigua y su testimonio es fidedigno. Sabe que dice la verdad para que creáis vosotros. Esto se cumplió para que se cumpliera la Escritura: “No le quebrarán ningún hueso”; y otra Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron”.

Después de esto,. José de Arimatea, que en secreto era discípulo por miedo a los judíos, pidió permiso a Pilato para llevarse el cadáver de Jesús. Pilato se lo concedió. Él fue y se llevó el cadáver. Fue también Nicodemo, el que lo había visitado en una ocasión de noche , llevando cien libras de una mezcla de mirra y aloe. Tomaron el cadáver de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto y en él un sepulcro nuevo en el que nadie había sido sepultado. Como era la víspera de la fiesta judía y como el sepulcro estaba cerca, colocaron allí a Jesús.

AYUDAS PARA LA ORACIÓN

1° Leemos muy pausadamente el texto en que Juan nos narra la crucifixión , muerte y sepultura de Jesús. (…)

2° Nos ponemos en presencia de Dios

Procuramos sentir la solemnidad del momento que vamos a contemplar. Sentimos la presencia de Dios… tal vez percibiendo su mismo silencio.

3° Composición viendo el lugar

Intentamos hacernos presentes en la escena. Podemos contemplar  a Jesús, que en la hora decisiva asume plenamente su muerte, carga la cruz sobre sus hombros y la lleva él mismo para realizar y la lleva él mismo para realizar la misión que el Padre le ha encomendado. Acompañamos a Jesús contemplando tanto el camino como el lugar donde va  a realizarse la crucifixión.

4° Pedimos acompañar a Jesús en su camino, en su muerte y entrega.

Pedimos asomarnos al misterio del amor de Dios que se entrega por nosotros poniéndose en nuestras manos. En los Ejercicios Espirituales, al llegar a esta instancia, Ignacio indica que conviene pedir los mismos sentimientos que Jesús. Queremos poder participar, aunque sea mínimamente del amor de Jesús. (…)

5° Contemplamos y escuchamos a Jesús.

Vemos a Jesús llegar al lugar de la crucifixión. Juan no nos dice nada del camino hasta el Gólgota. (…) Todos guardan silencio. Nadie interviene. Jesús ocupa toda la escena. Él es, en verdad, el único protagonista de los sucesos. Su desición de abrazar ‘su hora’ es la que marca la sucesión de los acontecimientos. Todo está en función de mostrar a Jesús como el sumo sacerdote que ofrece voluntariamente el sacrificio definitivo, entregándose a sí mismo como cordero pascual que derrama su propia sangre para la purificación de los pecados. En virtud de ese sacrificio, Jesús se convierte en rey en ese mismo trono elevado en la cruz.

(…)

Solo al final, cuando ‘la hora’ ya se ha consumado, veremos actuar a José de Arimatea y a Nicodemo. Ellos, que seguían a Jesús de lejos y en secreto “ por temor a los judíos” se muestran saliendo a la luz, comprometiéndose y pidiendo el cuerpo del Señor. Adelantan así, la valentía que alentará a los discípulos tras la resurrección. El discípulo ya no podrá esconderse ni dejarse paralizar por el temor . Se acerca la hora en que quien cree tendrá que decidirse, salir a dar la cara, comprometerse siguiendo el mismo camino que Jesús.

(…)

6° Contemplamos a las demás personas.

En su relato de la crucifixión – a diferencia de lo que hacía ante los signos que realizaba Jesús – Juan ya no menciona las reacciones, sentimientos o comentarios de quienes participan o asisten a los acontecimientos. No se habla de dos ladrones, sino de “otros dos”. Tanto las mujeres como el discípulo amado permanecen quietos y el silencio al pie de la cruz. La contemplación de la escena nos permite, sin embargo, en la libertad de nuestra oración personal, contemplar esos personajes, ver sus rostros, penetrar su silencio. Puedo intentar percibir sus sentimientos para confrontarlos con los míos, con mis propias actitudes y sentimientos ante el sufrimiento y la cruz. Podemos intentar hacernos presentes al pie de la cruz para sumarnos al silencio orante tanto de María como del discípulo amado.

7° Terminamos con un coloquio con Jesús puesto en cruz.

Buscamos que los sentimientos de Cristo, su amor incondicional , su entrega, nos invaden y superen. Dejamos que surja allí lo que nos sale decir, agradecer y pedir ante esta locura de amor de la cruz. (…)

 

Jesús y Tomás: Propuesta de Oración para el Domingo de Gloria

Compartimos una ayuda para la oración propuesta por Gonzalo Zarazaga SJ que invita a contemplar uno de los encuentros de Jesús Resucitado con sus discípulos, narrado en el Evangelio de Juan.

Juan 20, 19-31

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor . Jesús repitió: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me envió, así los envío yo a ustedes”. Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciba el Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los mantengan les quedarán mantenidos.”

Tomás, que significa Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. El replicó: “Si no veo en sus manos la marca de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de su costado, no creeré”.

A los ocho días estaban de nuevo dentro de los discípulos y Tomás con ellos. Vino Jesús a puertas cerradas, se colocó en medio y les  dijo: “La paz esté con ustedes”. Después dice a Tomás: “Mete aquí el dedo y mira mis manos; trae la mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, antes cree.”

Le contestó Tomás: “Señor mío y Dios mío”. Le dice Jesús: “Porque me has visto, has creído; dichosos los que crean sin haber visto”. Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están consignadas en este libros. Estas quedan escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida por medio de él.

 

Ayudas para la Oración

1° Leemos lentamente el relato de la manifestación de Jesús a sus discípulos.

Lo hacemos buscando detectar los detalles para poder después reflexionar sobre ellos.

2° Nos ponemos en presencia de Dios.

3° Composición viendo el lugar.

Tratamos ahora de presenciar la escena, captar la atmósfera que la rodea. Vemos a la primera comunidad cristiana reunida en oración, buscando sostener y profundizar su fe en un mundo hostil. Tal vez ya habían comenzado a repetir en la Eucaristía los gestos que Jesús les había transmitido en la última cena.

4° Pedimos la gracia que deseamos alcanzar.

Sin apuro. (…) Pedimos percibir los signos de la presencia de Jesús resucitado que viene a nuestro encuentro para comunicarnos el Espíritu que nos hace hijos y discípulos. Él está esperándonos como a María Magdalena o a Tomás. Pedimos sentir sobre nosotros el dulce soplo de Jesús. Nos ponemos a disposición de abrirnos a la misión y a los dones del Espíritu: la paz, la alegría, el don de perdonar. Pedimos sentirnos hijos, llamados, enviado a continuar la misión de Jesús.

5° Vemos a los discípulos reunidos.

No se nos dice exactamente quiénes son ni dónde están. El evangelio se dirige todas las comunidades cristianas de todos los tiempos. Son cristianos comunes, con sentimientos comunes. El evangelista señala particularmente el temor . Temor de no estar a la altura de la misión, de no destacar como un discípulo amado. Temor a sufrir. Temor a la cruz, al fracaso, al rechazo, a las humillaciones. A todos se les manifestará Jesús. Él transforma el interior de cada uno. Percibimos ese momento en que los discípulos ‘reconocen’ a Jesús y se llenan de alegría. De golpe, su temor se convierte en paz, en gozo, en deseos de perdón y envío. Vemos sus rostros al percibir el soplo de Jesús y recibir su misión. (…)

6°. Contemplamos a Tomás

Tomás ha comenzado a tomar distancia de la comunidad. En él, los temores se mezclan con su natural escepticismo. Jesús ha muerto, ¿cómo creer todavía en su presencia?, ¿Para qué reunirse, rezar, repetir sus gestos? Un domingo, Tomás decidió que ya no iría  a reunirse con los suyos. Todo hace pensar que los discípulos fueron en busca de Tomás. Querían cumplir su misión de testigos y enviados.(…) Cuando Jesús le sale al encuentro, le comunica su paz y se pone a su disposición para que vuelva a abrir sus llagas, Tomás queda profundamente conmovido y transformado “¡Señor mío y Dios Mío!”. Escéptico y descreído Tomás es el primero y el único de todo el evangelio en llamar propiamente Dios a Jesús de Nazareth.

7° Contemplamos y escuchamos a Jesús resucitado.

Jesús siempre se da, se ofrece. Está ahí, vivo, esperando el encuentro con los suyo. Como no podía ser de otra manera, vuelve entonces a manifestar su presencia en medio de la comunidad que intenta escucharlo. Aparece sin estruendos, comunicando la paz, insuflando su Espíritu que transmite consuelo , alegría y perdón.

(…)

Tampoco Tomás descuida a Jesús, también él lo espera . También a él lo estaba cuidando, atento a su proceso interior. Lo conoce. Confía en que ya va a volver.

8°. Termino con un coloquio con Jesús

Jesús está presente, esperándome para darme consuelo y comunicarme los dones de la paz y la alegría. Escucho cómo me habla. (…) Termino rezando el Alma de Cristo.

 

Reflexión del Evangelio – Domingo de Ramos

Evangelio según San Lucas 19, 28-40

Jesús, acompañado de sus discípulos, iba camino a Jerusalén. Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: ‘¿Por qué lo desatan?’, respondan: ‘El Señor lo necesita’”. Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: “¿Por qué lo desatan?”. Y ellos respondieron: “El Señor lo necesita”. Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino. Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían: “¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!”. Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. Pero él respondió: “Les aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras”.

Reflexión del Evangelio – Pablo Michel SJ 

Hoy, domingo de ramos, Jesús vuelve a entrar en Jerusalén. Hoy, en tantas partes del mundo, nos reuniremos como pueblo para recibir a nuestro humilde Rey con ramos de olivos. Hoy, volveremos a alabar a Dios Padre por la presencia milagrosa de Jesús en nuestras vidas.

El domingo de ramos es la gran puerta que se nos abre todos los años para que entremos en la Semana Santa. Nos disponemos una vez más a actualizar el misterio de la pasión de Jesús, de su amor hasta el extremo, y de su resurrección. No será entonces un simple recuerdo, sino recurrir a la memoria que tiene la fuerza de traer al presente aquello que amamos, la memoria que tiene la fuerza de actualizar hoy el misterio central de nuestra fe.

Por eso es hoy que Jesús vuelve a entrar en Jerusalén. Por eso el domingo de ramos es un día de tanta ilusión y alegría. El Señor de los milagros se sienta sobre un sencillo asno y entra en la ciudad santa, en nuestro barrio, se dirige a nuestra capilla, camina hacia nuestra parroquia. Jesús viene, traigan sus ramos, avisen a los vecinos… Se suele decir que es el domingo del año que más gente acude a la iglesia. No me extraña, nos adentramos en la semana más vibrante del año, en la que está todo por vivirse nuevamente, la ilusión está intacta, todo es esperanza. Si no lo aclamamos nosotros hoy, lo harán las piedras…

Sabemos que la Semana Santa será de una tensión en aumento. En esta semana Jesús desplegará toda la fuerza de su mensaje, realizará gestos que no olvidaremos jamás, e instituirá la Eucaristía, la fuente y el destino de nuestra vida. Pero nuestra esperanza e ilusión estallarán en mil pedazos el viernes, como un frasco de perfume. La misma liturgia de hoy nos lo adelanta abruptamente con la lectura de la pasión. Jesús cenará con nosotros por última vez el jueves, y entregará su vida el viernes en la cruz. Aunque probablemente muchas personas acudirán al vía crucis y caminarán junto a Jesús, ya no serán tantas como hoy, domingo de ramos. En la adoración de la cruz del mismo viernes, seremos aun muchos menos. El sábado, un silencio de expectación volverá a llenar el mundo. Es justo allí donde culmina la lectura de la pasión que leemos en la Misa de hoy.

 Será en ese silencio sepulcral que volveremos a preguntarnos por nuestro destino como seres humanos. Volveremos a preguntarle a Dios qué tiene para decirnos frente al muro oscuro e infranqueable de la muerte. Y el sábado, durante la noche más santa de todas, Dios Padre volverá a darnos su respuesta.

 Hoy, de nuevo, el domingo de ramos es la puerta. Podemos pasar…

Fuente: Red Juvenil Ignaciana Santa Fe 

Nuevos rumbos, un mismo camino… Rafael Stratta SJ

Con este título queremos compartir con ustedes las primeras impresiones de aquellos compañeros que reciben un nuevo destino para seguir colaborando en la misión de Cristo, con una nueva tarea o en un lugar diferente al que estaban.

Los invitamos a conocer la perspectiva con la que perciben su tarea y los desafíos que reconocen para este tiempo de novedad, un modo también de acompañarlos en la misión compartida.

Rafael Stratta SJ ha sido nombrado director del Centro Manresa

Hace unos pocos días he recibido la misión de coordinar las actividades de nuestro Centro Manresa de pastoral juvenil y vocacional en Córdoba. El destino lo recibí con la misma sorpresa que entusiasmo: mucho. Si bien el vivir en Córdoba de alguna u otra manera me había puesto en contacto con las actividades del Centro, al internalizarme de su funcionamiento quedé muy bien impresionado de la cantidad de cosas que suceden en ese lugar: apostolados varios, voluntariados, ejercicios espirituales, acompañamiento espiritual, formación, espacios de oración y animación litúrgica… y la lista podría seguir. Lo más sorprendente de todo esto, y que agradezco mucho a quienes posibilitaron esto, es que los espacios están muy bien asumidos por los jóvenes y uno sólo necesita acompañar el andar.

Esto último, justamente, es lo que se me ha encomendado: ayudar a que todos los que formamos parte de Manresa podamos seguir caminando con responsabilidad y creatividad, abriendo las puertas y “acompañando a los jóvenes de Córdoba en la creación de un futuro esperanzador”, parafraseando a las prioridades apostólicas universales de la Compañía de Jesús. Espero ayudar en esto aportando la invitación a la profundidad -conocimiento interno de Jesús- para servir mejor en las márgenes sociales y existenciales de nuestro entorno. Creo que la espiritualidad ignaciana es una herramienta que puede ser muy útil para dar buenas raíces a la “cultura juvenil” ayudando a que los jóvenes puedan encontrar donde amar y servir mejor desde las opciones de vida que se van fraguando entre los 20 y 30 años.

En este tiempo de transición de la dirección del Centro, mi dedicación está puesta en el escuchar y compartir la marcha y las experiencias de este tiempo para conocer y confirmar las marcas evangélicas de lo que hacemos. Desde aquí creo que se podrán dar pasos de crecimiento en un a medida que vayamos descubriendo los lugares de “desesperanza” que se presentan a los jóvenes y desde donde el Señor llama.

¿Por qué ‘Preferencias’ en vez de ‘Prioridades’?

El P. General, Arturo Sosa SJ, explica el por qué la Compañía de Jesús define ‘preferencias’ para su misión en lugar de ‘prioridades’.

Reunidos en una Casa de Ejercicios en las afueras de Roma se encuentra un pequeño grupo de jesuitas y colegas laicos que están discerniendo un posible futuro del liderazgo en la Compañía de Jesús. El grupo, cuidadosamente seleccionado entre los apostolados de todo el mundo, representa una mezcla variada de ministerios: desde parroquias hasta Casas de Ejercicios, desde colegios de secundaria hasta universidades, desde centros sociales hasta servicios para refugiados y migrantes, pasando por las Curias provinciales. Juntos se les ha encomendado la tarea de determinar cómo podría cambiar el liderazgo jesuita para integrar mejor las Preferencias Apostólicas Universales (PAU) en el ministerio mundial de la Compañía de Jesús.

La conferencia comenzó con la apasionada súplica del P. General Arturo Sosa de considerar las PAU no como un plan estratégico o una lista de control de ministerios, sino como una llamada a la conversión. También expresó la importancia del término “preferencias” frente a “prioridades”. “Cuando comenzamos este proceso, nos preguntamos, ‘¿por qué preferencias y no prioridades? Nos persuadimos que ‘preferencias’ refleja realmente lo que necesitamos y lo que queremos integrar. No prioridades, ya que las prioridades excluyen: Cuando priorizas algo, excluyes otra cosa. No se trata de una “elección” entre escuelas, universidades o parroquias. Las preferencias son orientaciones vitales para enfocar TODOS nuestros apostolados en los próximos diez años”.

Después de la charla del P. General, el P. John Dardis, Consejero General para el Discernimiento y la Planificación Apostólica, marcó el tono de la reunión con una simple pregunta: “¿Cómo promovemos la conversión espiritual?” A continuación, pidió a los participantes que se abrieran a una “oración por el liderazgo” que, si se hace correctamente, nos aleja de nuestras ‘zonas de confort’ y nos lleva a ‘zonas de vulnerabilidad’ que son necesarias en el tipo de conversión que pide el P. General.

En el transcurso de los siguientes 5 días a tiempo completo de talleres, presentaciones sobre los diferentes estilos de liderazgo y los desafíos que enfrenta la Iglesia contemporánea, así como conversaciones espirituales entre los participantes que expresen sus esperanzas y temores para con el futuro de la Compañía de Jesús- la reunión de Discernimiento y Liderazgo abordará algunos de los temas más controvertidos a los que se enfrenta la Iglesia moderna. El P. Dardis insiste en que la reunión se basará en la oración y será impulsada por conversaciones sinceras entre los participantes.

“La oración es el fundamento de la conversación espiritual porque es donde comparto los frutos de la oración”.

Fuente: jesuits.global

 

¿Por qué los jesuitas deseamos participar en la vida universitaria?

Discurso del Padre General Arturo Sosa en la Universidad de Zagreb

Los vínculos entre la Compañía de Jesús y el mundo universitario se remontan al siglo XVI, cuando Ignacio Loyola y sus primeros compañeros se conocieron en la Universidad de París. Se podría decir que la Compañía de Jesús fue concebida en un entorno universitario, aunque no originalmente para fundar universidades.

Durante los primeros años de la Compañía, Ignacio, de buen grado, enviaba a jóvenes jesuitas a universidades ya existentes como Coimbra y Padua, Lovaina y Colonia.

Sin embargo, al poco, la Compañía comenzó a crear sus propias estructuras educativas, y en algunos casos, progresivamente se convirtieron en universidades. Ignacio tomó conciencia del gran potencial apostólico de la educación y no dudó en situarla por encima de otros “servicios ordinarios”, ya que la educación aportaba mayor gloria y servicio a Dios al promover un bien más universal. Ignacio promovió un compromiso en la educación superior porque el bien que se podía lograr a través de las universidades era más “universal”.

Tanto Ignacio como los primeros jesuitas vieron ‘en letras y ciencias’ un medio para servir a la sociedad mostrando también el camino hacia Dios. Esta visión de fe nunca ha entrado en contradicción con la búsqueda de la verdad y del bien universal independientemente de fe o religión. Por lo tanto, en la tradición académica jesuita, que ha dado forma a muchas universidades en todo el mundo, no existe incompatibilidad entre los objetivos de toda universidad y la inspiración cristiana e ignaciana que nos es propia.

La Universidad es una comunidad comprometida en la búsqueda incesante de la verdad, reconociendo críticamente el carácter provisional de nuestras formulaciones. Esta tarea también es muy apreciada por la fe cristiana y por nosotros los jesuitas. Siempre queremos comprender mejor el mundo en el que vivimos, para servir el bien más universal.

Contemplando el mundo que nos rodea, somos testigos del escándalo de los crecientes niveles de desigualdad que generan violencia, migraciones forzadas, discriminación racial, pobreza extrema, autoritarismos y populismos que hacen falsas promesas de redención social. Lamentablemente, también somos testigos de la imposibilidad de detener el deterioro del medio ambiente, debido a la falta de responsabilidad en el cuidado de nuestro Hogar Común.

Esta toma de conciencia representa un desafío a la investigación en nuestro trabajo científico, que debe arrojar luz sobre nuestra realidad, descubrir las raíces de la injusticia y proponer alternativas para la transformación económica y social. Y nuestros sueños de transformación deben también informar nuestra enseñanza. Desde esta forma de ver, desde esta postura frente a la realidad, encarnamos la opción preferencial por los pobres, por la que la universidad se convierte en un proyecto de transformación social para generar una vida plena.

La universidad no existe para sí misma, sino para la sociedad y para su transformación a mejor. Cuando la universidad se concibe como un proyecto de transformación social, se mueve hacia las periferias y fronteras de la historia humana, donde encuentra a aquellos que son descartados por las estructuras y poderes dominantes. Una universidad así abre sus puertas y ventanas a los márgenes de la sociedad, acogiendo un nuevo soplo de vida que hace de los esfuerzos de transformación social una fuente de vitalidad y autorrealización.

Al contemplar el mundo hoy, también debemos mirar hacia el mañana. La implicación en la universidad, tal y como la entendemos en la tradición jesuita, debe tener una capacidad creativa, que se manifiesta sobre todo en su capacidad de anticiparse a su tiempo, de caminar varios pasos por delante.

Esto es particularmente importante en una era de globalización y cambios rápidos acelerados por la cultura digital. La Universidad es un lugar privilegiado para discernir las tendencias y los posibles efectos de las diferentes corrientes de la globalización, para promover aquellas que producen una vida plena. Debemos discernir dónde la globalización a través de la estandarización de las culturas puede poner en riesgo el multiculturalismo, y dónde, por el contrario, es capaz de multiplicar los espacios multiculturales y promover oportunidades para la interculturalidad. La universidad también parece ser un lugar privilegiado para explorar la experiencia espiritual de la religión como dimensión de las culturas, fomentando la victoria sobre todas formas de fundamentalismo.

Educar a las personas para la ciudadanía mundial – que se opone a la tendencia a crear un espacio global uni-cultural – significa reconocer la diversidad como una dimensión constitutiva de una vida humana plena. En este sentido, la Compañía considera que acompañar la formación de todos los jóvenes, pero especialmente de aquellos que deciden servir en la política, es una de las mayores contribuciones que podemos hacer para mejorar la situación de las sociedades humanas en todo el mundo.

Fuente: sjcuria.global